¿De qué sirve un documental sobre Lina Morgan con gente que ni la conoció?
Una serie que no llega a profundizar en la vida de la famosa actriz
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Ya se ha estrenado en Movistar + la serie sobre una de las cómicas más importantes y poderosas de nuestro país. Pero la pregunta es: ¿De qué sirve un documental sobre Lina Morgan con gente que ni la conoció? Lina, que así se llama esta nueva producción de 100 Balas (The Mediapro Studio), intenta acercarse a la figura de esta inolvidable actriz desde una perspectiva equivocada; invitando a personalidades de todo tipo para que hablen de ella de forma superficial (en su mayoría) y cayendo en lugares comunes.
Tres episodios que aportan muy poco a lo que se conoce de la protagonista de La tonta del bote y que sólo se sustentan en alguna entrevista suya, pocas imágenes de archivo y muchas voces elegidas de manera caprichosa. ¿Qué hace, por ejemplo, la influencer Samantha Hudson hablando de Lina Morgan si incluso se nota que no le gustaba su humor? Además, como documento, Lina es repetitivo. Intenta ser un homenaje a una artista inmortal, pero se queda en la superficie del personaje. Sí, se habla de sus sombras y se deja caer algo de su vida personal pero sin mojarse mucho.
Mi experiencia con Lina Morgan
Antes de entrar en materia, que me perdone el lector, pero me gustaría decir que yo he escrito para Lina Morgan. Sucedió hace muchos años, yo era un guionista novato que había entrado a trabajar en un par de capítulos de Aquí no hay quien viva y que fue contratado para una nueva serie llamada A Tortas con la vida (ambas en Antena 3). La primera temporada de esta última fue un fracaso, pero la cadena la renovó por la presión de José Luis Moreno, que era el productor: revisaba (todas las noches) los textos que le enviábamos y los transformaba a su antojo. Para darle un poco más de gancho a esta comedia, Moreno llamó a su gran amiga Lina Morgan para que hiciera un personaje secundario en la segunda temporada. Y ahí estaba yo, escribiendo para alguien que consideraba un icono. Recuerdo cómo, cuando era un niño, mi madre me llevaba a verla al teatro y me quedaba fascinado con esos movimientos de piernas, esa presencia escénica y ese personaje con el que conectas por mera empatía. Lina representaba a los perdedores irresistibles, a los inocentes, a los que nadie saca a bailar, pero que son el alma de la fiesta.
En las pocas ocasiones que estuve con ella, Morgan fue correcta, daba algún apunte sobre el guión pero poco más. Lo que sí recuerdo es el miedo que causaba en algunos de sus compañeros de reparto. No era por un carácter determinado o por algo personal. No, la temían porque Lina no era muy generosa ante la cámara. Ella era una fuerza de la naturaleza, tanto que hacía lo que le daba la gana en escena. El problema es que cuando aparecía y ponía una de sus famosas muecas, le robaba el plano a los otros actores. Estos, siempre pendientes de su ego, no respondían muy bien al eclipse. (Este tipo de situaciones son muy habituales en los rodajes).
Anécdotas aparte, son incuestionables los logros de Lina Morgan. Su carrera ha influido en varias generaciones de españoles. Ella fue la primera mujer en Europa en comprar un teatro. Era única y todo lo que tocaba lo convertía en oro. Pero, cuánto más alto se llega, más oscura es tu leyenda. De la vida personal de Lina Morgan se ha especulado mucho. ¿Cuál era su orientación sexual? ¿De qué murió su hermano? ¿Era buena jefa y compañera o una déspota? Ella, que todo lo tuvo, murió sola. Su heredero universal fue su chófer.
Voces sin mucho valor
No hay mejor manera de homenajear a los que no están que recordándoles en todas sus facetas. No hay que idealizar ni demonizar. Todos tenemos mil aristas. El caso de Lina Morgan no es excepcional, por eso uno espera que, si se hace un documental sobre ella, sea para meterse en harina y no dejarse nada en el tintero.
Lina, la serie de tres capítulos que ha estrenado Movistar + este martes 18 de junio, no tiene claro qué quiere ser; si un homenaje a la artista, un repaso sobre su vida o una excusa para hablar de la profesión del actor y contratar a unos amiguetes que tienen ganas de foco.
Manolo Zarzo, José Sacristán, Bárbara Rey o Lolita son de los pocos que aparecen en el documental que realmente compartieron vida y profesión con Lina Morgan, pero son los menos. Luego están más de 50 artistas, periodistas e influencers como Silvia Abril, Pablo Chiapella, José Mota, Pepa Rus, Manuela Velasco, Samantha Hudson, Lorena Castell, entre otros muchos, que parece que están ahí sólo como relleno. Es más interesante el documental que se estrena en paralelo, también en Movistar+, titulado, La explosión de las cómicas, en el que, aprovechando el homenaje a Lina Morgan, se analiza el papel de la mujer en el humor. La biografía, sin embargo, se queda en tierra de nadie.