Qué habría pasado si los Goonies hubieran tenido móviles
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Los Goonies fue una de esas películas que te marcaban de pequeño y que, cuando la vuelves a ver, te devuelve un tipo de emoción que ya no existe. Un grupo de chavales con bicis, un mapa arrugado y ningún adulto cerca, persiguiendo un tesoro pirata a base de intuición. Y es inevitable pensar qué habría pasado si esos mismos Goonies hubieran tenido un móvil en el bolsillo. Seguramente habrían llegado antes al barco de Willy el Tuerto, pero el viaje no habría tenido ni una décima parte de encanto.
Adiós al mapa y al misterio
La historia empieza con un mapa de papel, lleno de dibujos y pistas. Hoy bastaría con hacerle una foto, subirla a Google Lens y seguir las coordenadas en cualquier app de mapas. En cuestión de minutos sabrían el camino exacto, con alertas de tráfico y todo.
El problema es que el misterio desaparecería. El “vamos a probar por aquí” o el “creo que esto lleva a algo” se cambiaría por el punto azul de la pantalla. El margen para equivocarse, y para descubrir algo por accidente, se reduciría a cero.

Los padres lo habrían estropeado todo
Parte de la gracia de la película está en que los niños se escapan sin que nadie se entere. Hoy sería imposible. Con la ubicación compartida o las alertas de “última conexión”, los padres aparecerían antes de que encontraran la primera cueva. Ni el mejor escondite serviría. Y si alguno decidiera apagar el móvil, el silencio digital sería todavía más sospechoso.
El resultado sería la de una aventura cancelada antes de empezar. La libertad que tenían los Goonies, esa mezcla de riesgo y emoción, no encaja con la necesidad de conectividad actual.
Data ya no sería Data
Data era el genio del grupo, el que fabricaba inventos con lo que tuviera a mano. Ese tipo de ingenio ya no se vería igual. Hoy tiraría de tutoriales de YouTube o pediría piezas por AliExpress.
Su cinturón con garfios se habría convertido en un producto de Kickstarter o en un vídeo viral de TikTok. Lo que en los 80 era creatividad pura, hoy sería contenido. Y aunque sus inventos modernos funcionarían mejor, habrían perdido justo lo que hacía único al personaje, la improvisación.
El tesoro sería viral
Imagina la escena final en 2025, los chavales grabando vídeos en el barco pirata, subiendo historias con el hashtag #TesoroGoonie o haciendo un directo en TikTok. El secreto duraría minutos. Los cazatesoros modernos llegarían antes que la policía, y el lugar acabaría vallado con un QR informativo en la entrada. La cultura del “compartirlo todo” habría matado el misterio. Lo que antes era una historia, hoy sería una tendencia pasajera.
Lo que no cambiaría, la amistad
Ni el mejor móvil del mundo podría replicar lo que unía a los Goonies. La película funciona porque va de eso, de amistad, de confianza, de lanzarse a algo sin saber cómo acabará. En una época donde los grupos de WhatsApp han sustituido las pandillas del barrio, Los Goonies sigue recordando lo que era salir a la calle sin plan y sin mapa.
Los Goonies en tiempos digitales
El encanto de Los Goonies está en lo que hoy se ha perdido, el asombro. Vivimos en un mundo donde ya nada sorprende, donde todo está geolocalizado, reseñado y grabado. Los Goonies eran lo contrario, curiosidad, imaginación, error y descubrimiento. Cuatro cosas que la tecnología nos ha hecho más difíciles de vivir.
Si hubieran tenido móviles, su historia no sería una aventura. Sería un chat, un vídeo en vertical y una batería al 2 %. El tesoro seguiría ahí, pero ya nadie se atrevería a ir a buscarlo.
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