La asistenta okupa de Leganés puso a su nombre la luz y el agua diez días antes de la muerte de la anciana

Avenida de Juan Carlos I, 21, en Leganés.
Avenida de Juan Carlos I, 21, en Leganés.

Se llama Rosa y durante siete semanas trabajó como asistenta de Pilar una anciana de Leganés. Al fallecer la anciana, Rosa no le contó la verdad a la funeraria ni a la policía. Ordenó incinerar los restos de la fallecida y okupó su vivienda. OKDIARIO ha accedido a los datos de la investigación policial, ésta es su historia.

Rosa llegó al domicilio de Pilar durante el mes de febrero de 2020 para trabajar como asistenta. Según la familia de la víctima, Rosa fue enviada a través de los servicios sociales de la Comunidad de Madrid para ayudar a la anciana. Las primeras semanas todo se desenvolvió con normalidad pero el 20 de marzo se produjo el primer movimiento inusual. Rosa, según la investigación de la familia, puso a su nombre el suministro eléctrico y otros más de la vivienda. Sólo diez días más tarde, el 30 de marzo, durante los días más duros de la pandemia de Covid, Pilar falleció en su domicilio de la  Avenida de Juan Carlos I del municipio madrileño de Leganés.

La asistenta no avisó a la familia de la víctima tras el fallecimiento. Ella se hizo cargo de todos los trámites, tenía las llaves de la casa. Rosa llamó a la funeraria y ordenó que incineraran a la anciana. La asistenta había decidido quedarse con la casa de la anciana y obró en consecuencia. Las dos hijas de la anciana se enteraron de la muerte de su madre y la incineración días después a través de terceras personas, una de las hijas se encontraba ingresada en el hospital.

El 5 de abril, las vecinas de la anciana fallecida llamaron al 091 y le explicaron a la policía que Rosa había okupado la casa de la anciana y estaba sacando enseres de la vivienda en bolsas. Los policías acudieron al domicilio y Rosa no les contó la verdad. Les dijo que Rosa había muerto de una larga enfermedad y se la había llevado la funeraria después de que su médico de cabecera certificara su muerte. Rosa les cuenta que no está robando nada, sólo tirando comida caducada y el colchón de la anciana, pero admite a los policías que lleva dos días viviendo con su familia en el piso de la fallecida. “Antes de morir Pilar me dijo que podía quedarme a vivir en la casa” figura en el atestado policial que les dijo la okupa. Sin embargo, las vecinas de la anciana han declarado que la fallecida gozaba de buena salud el día anterior a su muerte, y que tras marcharse los policías la okupa ha seguido sacando objetos de la casa.

Pasan los días. El 13 de abril tras reunir todos los datos la pareja de una de las hijas de la víctima denuncia el caso ante la policía. Denuncian que Rosa les ha ocultado la muerte de la anciana y ha “okupado” su piso. La “okupa” les ha dicho por teléfono que la anciana antes de morir le dijo que se quedara a vivir en la casa y que se ha ganado el derecho a vivir en el piso.  La policía intenta citar a declarar a Rosa pero no la localizan en la vivienda, entretanto los policías informan del caso al juzgado de Leganés e investigan a nombre de quien está la vivienda.

El 22 de mayo la hija de la anciana pone una segunda denuncia que acaba con el empleado de la funeraria declarando en comisaría. El empleado de la funeraria ha declarado a la policía que Rosa “nos dijo que la anciana no tenía familia y ordenó por escrito la incineración de su cadáver. También nos dijo que ella recibiría las cenizas de la mujer porque la víctima no tenía familiares conocidos”. Rosa mintió a la funeraria y a la policía, asegura el entorno de la familia de la anciana.

Han pasado ya más de cuatro meses desde que la asistenta okupó la vivienda de la anciana. La familia de la víctima ha recurrido a la empresa Desokupa para solucionar el problema. El responsable de la empresa fue a la vivienda e instó a la asistenta a dejar la casa. Le explica a la asistenta que los familiares de la anciana sospechan de las circunstancias de su muerte. Le preguntan el motivo por el que puso la luz y el agua a su nombre diez días antes del fallecimiento de la anciana. Le preguntan por qué motivos la anciana iba a dejarle vivir en el piso tras su muerte si sólo llevaba 40 días trabajando para ella. Le trasmiten a la asistenta que sospechan del hurto de joyas y bienes de la anciana. La asistenta lo niega todo. Sigue viviendo con sus dos hijos, uno de ellos menor, en el piso de la anciana. Insiste en que se ha ganado el derecho a quedarse con la casa.

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