Pepe, el montañero abulense que dijo adiós a la Sierra de Gredos antes de tiempo
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Se llamaba José Barroso, pero todo el mundo lo conocía como Pepe porque, si de algo podía presumir este abulense de 82 años al que el coronavirus ha sorprendido –como siempre– luchando, pues padecía Párkinson desde hacía años y vivía en una residencia de ancianos, es de ser muy conocido entre sus vecinos. Aquellos que lo trataron destacan la huella profunda que siempre dejaba su energía y sus ganas de explorar todo lo desconocido como el valiente montañero que era. «Nunca se le puso nada por delante», dicen de él sus allegados.
Pepe, explica su familia a OKDIARIO, nació –por casualidad, él siempre sería de Ávila– en Salamanca sin que la Guerra Civil Española (1936-1939) hubiera finalizado. Eran tiempos complicados y todo el mundo arrimaba el hombro en sus casas para que la prosperidad, aún bastante lejos de los dinteles españoles, regresara en forma de pan con el que alimentarse.
En esos años de posguerra, donde la tierra se convirtió en la mejor herramienta para la supervivencia, Pepe descubriría que la vocación de su vida era la agricultura. Con su título de ingeniero agrónomo recién estrenado se casó con Petri, con ella fundó una familia que terminaría siendo muy numerosa.
En la posguerra descubrió su gran vocación: la agricultura
En sus inicios profesionales trabajó durante años en el Servicio de Extensión Agraria dependiente del Ministerio de Agricultura. Una época en la que Pepe, con toda la familia a cuestas, recorrió media España hasta que a finales de los años 70, concretamente en 1979, regresa a su patria natal, Ávila, como Delegado Provincial de Agricultura. Allí, en la tierra de la patrona de los escritores, Santa Teresa de Jesús, desarrollaría Pepe el resto de su carrera profesional.
Desde muy joven, Pepe fue un gran viajero. Se movió, no sólo por el territorio español, sino también exploró el Viejo Continente, ya fuera por motivos laborales o placenteros. Eso sí, Pepe siempre iba a sus viajes en familia porque, explican, era lo que le divertía y le hacía feliz.
Sin duda, un señor adelantado a muchos de sus contemporáneos que veraneaba con sus hijos y Petri, aunque, eso sí, nada de arena y agua salada. A Pepe no le gustaba meterse en la playa, sino coger el coche o la caravana y poner rumbo al norte sin un destino fijo.
Su escapada favorita: Gredos
Desde los años 70, dice su familia, y con los conocimientos básicos que tenía de francés, sin móviles y sin tarjetas de crédito, un GPS o un recorrido planeado, se echaba a la carretera sin saber dónde acabarían. A Pepe le podía la curiosidad y las ganas de conocer todo lo que pudiera descubrir.
Pero, sin duda, su gran pasión, a la que dedicó muchísimos días de su vida, fue el montañismo. De hecho, Pepe fue presidente del Grupo de Montaña Almanzor entre 1991 y 1996, asociación en la que desarrolló infinidad de proyectos entregado a la montaña. En compañía de históricos del montañismo abulense recorrió Gredos, su lugar de escapada favorito, de Norte a Sur y de Este a Oeste. Allí se sentía bien, en medio de la luz sanadora del sol, tocando tierra, respirando montaña.
En 2002, sin embargo, se vio golpeado por la vida prematuramente: le diagnosticaron la enfermedad de Párkinson. Pero, no, Pepe no se dejó llevar por el pesimismo, sino que nuevamente el espíritu de luchador e inconformista salió a relucir. Rotundamente, no, una enfermedad no iba a vencer sus ganas de caminar.
Una enfermedad no iba a vencer sus ganas de caminar
Él, Pepe, dicen sus familiares, no quería estar por estar, no quería dejar pasar los minutos dejando que el Parkinson lo dominara. Bajo ningún concepto. Se integró de una forma decidida en la Asociación del Párkinson de Ávila, de la que fue presidente entre 2004 y 2008, impulsando todo tipo de actividades con el fin de dar a conocer la asociación entre la sociedad abulense y, además, para que todas las personas con dicha enfermedad se integrasen en la misma para recibir el apoyo y la información que necesitaran.
Ya en aquellos primeros años de enfermedad, le gustaba recordar una canción de uno de sus grupos favoritos de la juventud, muy de moda en estos días, el famoso Resistiré del Duo Dinámico. Su fortaleza física y su espíritu luchador han hecho que, a pesar de todo, haya tenido una larga vida.
Con ese espíritu de montañero, explorador, de querer probarlo todo, Pepe no podía perderse esto del coronavirus. ¡Y casi lo supera! Pero, finalmente, sus fuerzas llegaron al límite y no pudo resistirlo. Pepe no ha tenido más remedio que marcharse de manera discreta, sin despedidas, pero, sin duda, dejando un inolvidable recuerdo en quienes le conocieron.
«Ha estado usted más ocupado en ser importante, señor Iglesias, que en ser útil a España»
En los últimos años, Pepe vivía en una residencia de mayores. Uno de esos espacios que, en estos días, se ha tornado oscuro debido a una pandemia desconocida y letal que no ha contado con las medidas suficientes de prevención y cuidados por parte del Gobierno.
La falta de medios, así como la ausencia de políticas de protección puestas en marcha por el Ejecutivo, tal y como recordó en el Congreso la diputada del PP por Ávila y familiar de Pepe, Alicia García, han convertido estos centros de aterradoras morgues. García sacó los colores a Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno y encargado de la protección de las personas mayores que viven en las residencias.
«La primera muerte certificada en residencia fue del 5 de marzo y su primera medida, según dice literalmente, que se siga para el coronavirus el mismo protocolo que para una gripe. Una simple gripe», decía la popular.
«El virus no entiende de territorios, sino de inacción y escasez de medios sanitarios»
«¿Por qué han mantenido un protocolo así durante 16 días? Olvidan que las residencias no son hospitales, son hogares. ¿Se ha reunido usted con el sector? Es difícil hacer todo bien, pero más difícil es hacer todo mal», decía García este miércoles en la sesión de control en la Cámara Baja.
«Ha estado usted más ocupado en ser importante, señor Iglesias, que en ser útil a España. Ha estado más ocupado en tener un puesto en el CNI que en proteger a los 370.000 mayores que viven en residencias y los más de 180.000 profesionales que están sin medios y en primera linea», exponía la diputada abulense.
Y, finalmente, añadía García: «¿Sabe decirme cuántas personas han muerto en residencias? Se estima que la cifra es de 15.000. 15.000 personas muertas solas, familias rotas que no hemos podido despedirlos o darles un gracias. El virus no entiende de territorios, sino de inacción y escasez de medios sanitarios».
«Por las víctimas, que como Pepe Barroso, murieron en una residencia», me dijo García la última vez que hable con ella. Por Pepe, por todos los Pepes que no han podido ser despedidos.