Europa pierde la esperanza de que Philae despierte tras su breve pero histórico logro espacial
No es fácil para Europa escribir la palabra «fin» y cerrar la bella historia de Philae, pero la esperanza de retomar contacto con el pequeño robot posado en un cometa, que no da señales de vida desde hace seis meses, parece cada vez más remota.
Al término de diez años de viaje como pasajero de la sonda Rosetta, Philae logró una hazaña sin precedentes en la historia de la conquista espacial, al posarse el 12 de noviembre de 2014 sobre el cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko. Tras rebotar varias veces, quedó posado a la sombra a causa del relieve accidentado.
Equipado de diez instrumentos de observación científica, logró trabajar 60 horas antes de quedarse dormido, extenuado por falta de energía. En junio de 2015 volvió a despertar, pero desde el 9 de julio no ha vuelto a dar señales de «vida».
Todas sus peripecias terminaron apasionando al público, en parte gracias a la hábil política de comunicación de la Agencia Espacial Europea (ESA). Pero desde hace meses, a pesar de los esfuerzos de las agencias espaciales alemana (DLR) y francesa (CNES), no se ha podido establecer contacto alguno con el robot-laboratorio, que tiene el tamaño de un lavarropas.
«De aquí a fines de enero, las condiciones en el cometa se volverán hostiles para el robot y la misión Philae llegará a su fin natural», había anunciado la DLR a principios de este mes.
Sin embargo, los científicos quisieran primero tener la seguridad de que ya no existe ninguna esperanza de entrar en contacto con el robot. Escoltado por Rosetta desde agosto de 2014, el cometa 67P se encuentra actualmente a 340 millones de kilómetros del Sol y se aleja cada vez más.