El calvario que atravesó César Millán, el famoso encantador de perros

César Millán es una de las caras conocidas de la televisión por todo amante de los animales, el encantador de perros no ha tenido una vida nada fácil. Cuando vemos aparecer en la pequeña pantalla a César Millán con esa mirada tranquila, voz relajante y movimientos milimétricos, jamás imaginaríamos que este hombre que transmite paz a los perros y a los seres humanos ha tenido que atravesar un calvario personal. Esto es lo que esconde el encantador de perros detrás de esa imagen actual de hombre tranquilo y afortunado en todos los sentidos.

César Millán y el calvario que sufrió

 

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El programa el encantador de perros fue toda una revolución que catapultó hasta lo más alto hasta entonces un hombre totalmente desconocido. Cesar Millán era un amante de los animales que se dedicaba en cuerpo y alma a hacer cambiar a los perros más rebeldes. Les orientaba y ayudaba a ser más dóciles.

El éxito de este espacio televisivo dejó ver el talento de Millán que se convirtió en toda una celebridad. Escribió 7 libros e hizo realidad su sueño, posee su propio centro de reeducación canino, con gimnasio para perros y varias habitaciones destinadas a cambiar la vida de aquellos perros que lo necesiten.

La granja de César Millán que ayuda a los animales y permite a los visitantes poder vivir con ellos en paz, es solo la cara más visible de una moneda que no siempre ha sido así. Antes de la llegada del éxito Millán no lo tenía tan fácil, sino que vivió momentos de lo más complicados, atravesando un calvario personal.

Millán creció en una zona rural de Sinaloa, cruzó la frontera con Estados Unidos en busca de cumplir sus sueños, pero no fue nada fácil llegar hasta ellos. Este amante de los animales tenía 100 euros en el bolsillo y unas manos de oro. Encontró trabajo rápidamente sin apenas saber inglés en una peluquería canina.

Allí conoció a la mujer de Will Smith, Jada Pinckett, la cual le pagó a un profesor particular para que aprendiera el idioma. Empezó a trabajar en residencias caninas y abrió por fin su propio centro perfeccionando las técnicas que había ido creando a medida que ganaba experiencia en el sector.

El mismo día en el que murió su Pitbull, su esposa y madre de dos hijos le soltó que quería el divorcio. Detrás de las cámaras tuvo que hacer frente a una familia que se caía a pedazos. Por suerte, se recuperó y hoy en día está enamorado de una estilista con la que comparte su pasión por los perros.