¿Por qué las patatas bravas son más que unas «patatas con ketchup»?
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La polémica está servida. Hace unas horas un tuit ha desatado la guerra en redes sociales con esta afirmación: “Las patatas bravas son sólo patatas chip con ketchup”. Lo ha dicho Ian Dunt, un periodista británico de Politics.co.uk. ¿El motivo? El Brexit, Gibraltar y la supuesta calidad sobrevalorada de nuestra cocina española.
Siendo una de las tapas por excelencia de nuestros bares y restaurantes, hoy vamos a hablar de las propiedades de las patatas y de por qué las bravas son mucho más que unas patatas con ketchup.
¿Por qué es bueno comer patatas?
La patata se importó de Sudamérica en el siglo XVI y hoy, es uno de los alimentos base de nuestra dieta mediterránea. Una de las grandes razones por las que hay que comer patata es que es versátil y nos permite cocinarla de mil maneras (asada, frita, cocida, al vapor, etc).
En cuanto a nuestra salud, es una fuente de fibra que facilita la digestión, cocinadas al vapor son una fuente de carbohidratos libres de grasa, aportan vitaminas C y B, y son saciantes.
¿De dónde vienen las patatas bravas?
Su origen no está muy claro. Según Angel Muro, en»el Practicón»(1893): «…cualquier salsa, cualquier aliño, conocidos o por conocer, convienen a las patatas, […] incluso con sebo y con azafrán, que es como las gastan los pobres de Madrid». Otros atribuyen el nacimiento de esta típica receta, a los bares «La Casona» y «Casa Pellico» en Madrid.
Aunque esto sea así, lo cierto es que la ONU incluyó esta receta como típicamente española, en un recopilatorio mundial de recetas con patatas.
¿Por qué son más que unas patatas con ketchup?
Porque para empezar, la salsa de esta tapa está hecha de tomate casero y picante, no de ketchup. Aunque la salsa de las patatas bravas siempre ha sido objeto de discusión, la receta clásica tiene como protagonista al tomate y al tabasco (o cayena). Sobre todo en Madrid, donde es más típica que en otras ciudades españolas (en otros lugares se usa el pimentón como base).
La preparación del plato es simple, se cortan las patatas en dados y se fríen en aceite de oliva muy caliente, hasta que quedan completamente doradas. Se les vierte la salsa brava y listas.
En ocasiones se les considera «poco saludables» por la grasa que desprenden al freírlas, pero hay muchas formas de elaborarlas para que esto no sea así. Desde escurrir muy bien el aceite en un plato con un papel absorbente, usar aceite oliva virgen para freírlas, incluso hay quien las cocina al vapor en el horno (con salsa de tomate natural), para que sean lo más ligeras posible.