Los microplásticos ya están en nuestro cuerpo: aumentan el riesgo cardiovascular, cáncer o diabetes

Las concentraciones de MnP en la materia fecal infantil son significativamente más altas que en los adultos

El cuerpo trata los microplásticos como entidades extrañas que activan los mismos mecanismos de protección

cáncer microplásticos
Un campo con riego por canal con índices alto de contaminación.
Diego Buenosvinos
  • Diego Buenosvinos
  • Especialista en periodismo de Salud en OKDIARIO; responsable de Comunicación y Prensa en el Colegio de Enfermería de León. Antes, redactor jefe en la Crónica el Mundo de León y colaborador en Onda Cero. Distinguido con la medalla de oro de la Diputación de León por la información y dedicación a la provincia y autor de libros como 'El arte de cuidar'.

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En los últimos años, las advertencias sobre las consecuencias negativas de los microplásticos alojados nuestro cuerpo tienen cada vez un mayor aval científico. La exposición a corto plazo induce tanto a modificaciones de comportamiento como alteraciones en los marcadores inmunológicos en los tejidos del hígado y el cerebro.

Ya no sólo es una cuestión medioambiental, que también, este mal manejo de los residuos ha convertido los plásticos, y en especial los microplásticos (con un tamaño menor a los 5 milímetros), en uno de los contaminantes más comunes del planeta, encontrándose en el aire que respiramos, nuestro sistema hídrico y en la cadena alimentaria, consiguiendo de esta manera ingresar al cuerpo humano.

Un nuevo estudio de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) revela que el aumento de los niveles mundiales de microplásticos y nanoplásticos (MnP) absorbidos por el cuerpo humano puede aumentar el riesgo de padecer cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y enfermedades pulmonares crónicas.

Estas enfermedades no transmisibles (ENT) están relacionadas con la inflamación de los órganos del cuerpo, y las partículas diminutas aumentan la absorción de MnP y sus lixiviados en los sistemas digestivo y respiratorio, lo que podría incrementar el riesgo y la gravedad de estas enfermedades en el futuro.

Además, las concentraciones de MnP en la materia fecal infantil son significativamente más altas que en los adultos, posiblemente porque el plástico se utiliza habitualmente en la preparación, presentación y almacenamiento de los alimentos infantiles. El comportamiento de los niños pequeños, como llevarse objetos a la boca, también puede explicar esta situación.

Tras publicar sus conclusiones en Cell Reports Medicine, un grupo internacional de investigadores reclama ahora un enfoque global integrado de Una sola salud para la investigación sobre salud humana y medio ambiente que revele los mecanismos ambientales que subyacen al aumento de la exposición humana al MnP y los vínculos de las partículas.

El autor principal, el profesor Stefan Krause, de la Universidad de Birmingham, ha comentado que la contaminación por plásticos ha aumentado en todo el mundo, por lo que es «fundamental» que se comprendan los riesgos generales para la salud asociados a la exposición al MnP.

«Debemos atajar esta contaminación en su origen para reducir nuevas emisiones, ya que la dispersión global de MnP que ya se ha producido seguirá siendo motivo de preocupación durante siglos. Para ello, necesitamos una investigación sistemática de los factores ambientales de la exposición humana a las MnP y sus repercusiones en la prevalencia y gravedad de los principales grupos de enfermedades: cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares y enfermedades pulmonares crónicas», ha señalado.

Los investigadores destacan que la relación entre los microplásticos y estas enfermedades se asemeja a la de otras partículas, incluidas fuentes naturales como el polen o contaminantes de origen humano como los gases de escape de los motores diésel, y las MnP y los nanomateriales artificiales, que actúan de forma biológica similar.

El cuerpo no reconoce estas sustancias

El cuerpo las trata como entidades extrañas que activan los mismos mecanismos de protección, lo que supone un riesgo de que las defensas corporales se vean desbordadas y aumente la frecuencia y gravedad de las distintas enfermedades.

La incidencia de éstas se mantienen en ascenso en todo el mundo, y los cuatro tipos principales son responsables del 71% de todas las muertes anuales en el mundo, con un impacto económico previsto de más de 30 mil millones de euros en las próximas dos décadas.

La coautora del estudio, Semira Manaseki-Holland, ha señalado la importancia de comprender mejor cómo interactúan las MnP y estas enfermedades si se quiere avanzar en los esfuerzos mundiales de prevención y tratamiento hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU de reducir la mortalidad prematura y otras afecciones que cursan con inflamación de aquí a 2030″.

«Esta necesidad es crítica en los países de renta baja y media-baja (PRMB), donde la prevalencia de estas enfermedades como cáncer o diabetes está aumentando y los niveles de contaminación y exposición al plástico son elevados. Tanto si las encontramos en el interior como en el exterior, es probable que las MnP aumenten los riesgos para la salud mundial», ha detallado.

Bebidas, alimentos, aire o cosméticos

Los seres humanos están expuestos a las MnP en ambientes exteriores e interiores a través de los alimentos, el consumo de bebidas, el aire y muchas otras fuentes, incluidos los cosméticos y los productos de cuidado humano.

Así, se han encontrado MnP en el pescado, la sal, la cerveza y las bebidas embotelladas de plástico o en el aire, donde se liberan de los materiales sintéticos de la ropa, la ropa de cama de tela de plástico durante el sueño, la alfombra de plástico o los muebles. Otras fuentes pueden ser los fertilizantes, el suelo, el riego y la absorción en cultivos o productos alimentarios.

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