Verano y salud ocular: cómo proteger tus ojos del sol, el cloro y la sequedad
El verano incrementa los riesgos para la vista: más radiación ultravioleta, irritación por cloro y sequedad ocular por el calor y el aire acondicionado
El oftalmólogo Jorge Cañizares, de la Clínica León Ocular, ofrece claves esenciales para cuidar la salud visual durante los meses estivales

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El verano es sinónimo de sol, piscina y aire libre, pero también de agresiones invisibles que pueden afectar seriamente a la salud ocular. Con el aumento de la radiación ultravioleta, el uso frecuente de piscinas con cloro y la exposición a aires acondicionados, nuestros ojos se enfrentan a desafíos que muchas veces subestimamos. Para conocer mejor estos riesgos y aprender cómo protegernos, hablamos con el doctor Jorge Cañizares, médico especialista en Oftalmología de la Clínica León Ocular, en la ciudad de León.
«El verano es una época especialmente sensible para nuestros ojos», afirma Cañizares a OKSALUD. «Las actividades al aire libre y, especialmente, las acuáticas, aumentan su frecuencia y esto puede ocasionar riesgos que debemos prevenir». Entre ellos, destaca la exposición a la radiación ultravioleta (UV), las alergias estacionales, el contacto de la superficie ocular con el agua, la sequedad por aire acondicionado y el riesgo de traumatismos oculares.
El sol también daña la vista
Uno de los principales enemigos estivales es el sol. No solo la piel se ve afectada por su radiación: «Durante el verano, la radiación ultravioleta que reciben nuestros ojos es mayor y puede dañar estructuras como la conjuntiva, la córnea, el cristalino o la retina», explica el especialista. Estos daños son acumulativos y especialmente peligrosos en la infancia, ya que los ojos de los niños son más sensibles a la luz.
La solución más eficaz es una buena protección solar. Cañizares insiste en que las gafas de sol deben bloquear el 100% de los rayos UVA y UVB, estar homologadas con el distintivo CE y cumplir con la norma ISO EN 1836:1997. «Hay que adquirirlas en ópticas o establecimientos especializados, nunca en mercadillos o bazares», advierte. Complementar con gorras o sombreros y evitar el sol en las horas centrales del día son medidas sencillas y eficaces.
Cuidado con el cloro y el agua
El cloro, aunque esencial para mantener el agua de las piscinas libre de bacterias, puede provocar diversos problemas oculares. «Puede producir enrojecimiento, escozor y dificultad para abrir los ojos. En casos más graves, puede causar conjuntivitis o queratitis, con síntomas como visión borrosa o fotofobia», explica Cañizares.
Especial atención deben tener los usuarios de lentes de contacto: «No deben usarse en piscinas, ríos ni playas. El contacto con el agua puede provocar infecciones muy graves, como las causadas por Acanthamoeba, un microorganismo resistente a los tratamientos convencionales». El uso de gafas de natación es, por tanto, fundamental. Y si se presentan molestias después del baño, lo ideal es lavar los ojos con suero fisiológico o lágrimas artificiales, y consultar a un oftalmólogo si los síntomas persisten.
Sequedad ocular: el otro enemigo estival
Además del sol y el cloro, otro problema frecuente en verano es la sequedad ocular. «El calor, el viento, los ventiladores y el aire acondicionado favorecen la evaporación de la lágrima natural, reduciendo su función protectora e hidratante», señala el experto. Este problema puede verse agravado por la exposición solar directa o el contacto con sustancias irritantes.
Las recomendaciones para aliviarla pasan por el uso frecuente de lágrimas artificiales sin conservantes, preferentemente con ácido hialurónico, mantener una buena hidratación general, y protegerse con gafas de sol en exteriores. Evitar la exposición directa a corrientes de aire también es clave.
Consejos básicos para proteger tu vista en verano
Para disfrutar del verano sin poner en riesgo la salud ocular, el doctor Cañizares resume una serie de pautas básicas y fáciles de seguir:
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- Usar gafas de sol con protección 100% UV, especialmente en niños.
- Complementar con sombreros o gorras de ala ancha.
- Utilizar gafas de natación en piscinas y mares.
- Aplicar lágrimas artificiales sin conservantes si hay molestias.
- Evitar frotarse los ojos y el contacto del protector solar con ellos.
- No usar lentes de contacto durante el baño.
- Acudir al oftalmólogo ante síntomas persistentes tras el baño.
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«El verano exige protección activa. La radiación ultravioleta, el cloro y la sequedad son enemigos silenciosos, pero con gafas adecuadas, hidratación y precaución en el agua, puedes disfrutar sin riesgos», concluye Cañizares.