Un Manifiesto para posicionar la prevención de las fracturas por fragilidad como un pilar inherente en la salud pública

Cada año se producen alrededor de 330.000 fracturas y se espera un incremento en torno al 30% para el año 2034

osteoporosis
A medida que la población envejece, su incidencia se convierte más relevante.

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La osteoporosis es una enfermedad silenciosa que en la actualidad afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo y que, más concretamente, en nuestro país cerca de 3 millones de personas la sufren. A medida que la población envejece, su incidencia se convierte más relevante, ya que afecta a su mayoría a personas mayores y que pasa desapercibida porque no presenta síntomas evidentes en sus primeras etapas hasta que una fractura por fragilidad revela su presencia.

Las fracturas por osteoporosis son la consecuencia más grave de esta enfermedad. Cada año se producen alrededor de 330.000 fracturas y se espera un incremento en torno al 30% para el año 2034, llegándose a alcanzar los 370.000 casos. Estas fracturas, causadas debido a la pérdida de densidad ósea, tienen consecuencias considerables en la calidad de vida sobre las personas que las padecen. De hecho, se estima que en España son las responsables de la pérdida de 12 años de vida.

Por lo tanto, y partiendo de estas cifras, es apremiante que la prevención de las fracturas osteoporóticas se posicione como un pilar esencial en la salud pública. Una tarea que merece nuestra atención y compromiso. O lo que es lo mismo: una responsabilidad compartida entre la Administración, los profesionales de la salud y la propia sociedad.

Es por esta razón que, en el marco del Día Mundial de la Osteoporosis -que tendrá lugar el próximo viernes 20 de octubre-, desde la Plataforma para la Prevención de las Fracturas por Osteoporosis (PFO) hemos publicado un Manifiesto instando a los Gobiernos y a la Administración para que las fracturas por fragilidad se conviertan en una cuestión prioritaria en las diferentes políticas y estrategias de salud en España.

El Manifiesto recoge las principales demandas en materia de prevención que desde la PFO consideramos necesarias para un mejor abordaje de las fracturas osteoporóticas. La implementación de guías de práctica clínica de forma que marquen una «hoja de ruta» para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento más adecuado en personas que han sufrido una fractura previa; la creación de registros de fracturas a nivel nacional y por comunidades; la ampliación del número de Unidades de Coordinación de Fracturas (FLS); o la mejora en la coordinación entre los distintos niveles asistenciales son algunas de las líneas estratégicas que planteamos en dicho documento y que somos conscientes que ayudarían a actuar sobre el alto impacto que las fracturas por fragilidad tienen en el sistema de salud actualmente y en el futuro.

Vivimos en un contexto de progresivo envejecimiento de la población. Por lo tanto, la osteoporosis y las fracturas por fragilidad no son una cuestión que deba pasar desapercibida. Hablamos de una necesidad médica y económica del sistema, pero también de una cuestión de dignidad y de bienestar en la calidad de vida de personas vulnerables, pero también de la sociedad en su conjunto. Las personas afectadas por las fracturas por fragilidad conviven con dolor, ven cómo disminuye su movilidad y cómo su grado de dependencia y fragilidad va en aumento, además de influir y condicionar su estado emocional. En este sentido, es común que la depresión, la ansiedad, la angustia o la tristeza afecten al estado de ánimo de los pacientes que han sufrido una fractura.

Debe existir un compromiso para que la prevención de las fracturas por fragilidad sea una prioridad y se visualicen como un problema de primer orden en España. Es fundamental trabajar en la adaptación de las políticas de salud pública y los sistemas de atención médica para saber enfrentarnos a las necesidades de una población cada vez más envejecida.

Es una necesidad seguir trabajando en el desarrollo de políticas y recursos que nos permitan cubrir las principales necesidades no cubiertas de los pacientes y de su entorno, disminuir el uso de los recursos y el impacto en la mortalidad asociada. Un impulso hacia el cambio real en el abordaje de la fragilidad ósea y sus consecuencias. En definitiva, es una apuesta sobre el bienestar de las generaciones presentes (y también de las futuras) para que puedan disfrutar de una vida plena y saludable a medida que se envejece.

Carmen de Aragón
Plataforma para la Prevención de Fracturas por Osteoporosis (PFO)

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