Controlar el cerebro a distancia para mejorar la vida de los pacientes
La terapia por Estimulación Cerebral Profunda (ECP) permite controlar síntomas neurológicos y psiquiátricos a través de una tablet, gracias a la colocación de un electrodo en el cerebro
Fact checked
Este artículo de OkSalud ha sido verificado para garantizar la mayor precisión y veracidad posible: se incluyen, en su mayoría, estudios médicos, enlaces a medios acreditados en la temática y se menciona a instituciones académicas de investigación. Todo el contenido de OkSalud está revisado pero, si consideras que es dudoso, inexacto u obsoleto, puedes contactarnos para poder realizar las posibles modificaciones pertinentes.
Las enfermedades neurológicas afectan a más de 9 millones de personas en España, lo que supone alrededor del 20% de la población, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Enfermedades que lideran además los rankings de mortalidad y discapacidad, y que se encuentran ya en el punto de mira de la atención pública a medida que aumenta la preocupación social por síndromes neurodegenerativos, como el alzhéimer o el párkinson; una categoría de trastornos que afectan al sistema nervioso, y que se caracterizan por la pérdida progresiva de funciones cerebrales. Para su tratamiento, los especialistas buscan tanto mejorar la calidad de vida del paciente como su autonomía, para lo que se combinan distintas disciplinas como la rehabilitación neuropsicológica, la logoterapia, la fisioterapia, la terapia ocupacional, y terapias quirúrgicas como la que abordamos en este artículo: la Estimulación Cerebral Profunda (ECP).
Controlar el cerebro con un electrodo
La terapia por Estimulación Cerebral Profunda se lleva a cabo mediante la colocación de un electrodo dentro del cerebro que permite regular los circuitos que no funcionan correctamente. Una técnica que, según explica la Dra. Cristina Torres Díaz, especialista de la Unidad de Neurocirugía del Hospital Ruber Internacional, «se utiliza desde hace varias décadas para tratar el Parkinson, o en pacientes con temblor esencial, pero también para tratar otras enfermedades más complicadas como la distonía (un trastorno del movimiento que causa contracciones involuntarias de los músculos), o incluso el trastorno obsesivo compulsivo».
El procedimiento se realiza mediante una cirugía en la que el electrodo se coloca en una zona del cerebro concreta dependiendo de la enfermedad y el paciente a tratar. «Todo esto se hace con un software, una vez tenemos claro dónde queremos colocar el electrodo, y a través de unas coordenadas, pasamos a un dispositivo concreto y se pone el electrodo», detalla la Dra. Torres. Este electrodo se conecta a unos cables por debajo de la piel, y luego a una batería que da pequeñas descargas, actuando como una especie de marcapasos cerebral.
Estas descargas regulan los circuitos que no funcionan bien en el cerebro y los normalizan. Un procedimiento que se está investigando también en otras enfermedades como la depresión farmacorresistente, la anorexia nerviosa, la agresividad patológica o la esquizofrenia cuando éstas no responden a medicación, o a otras medidas, y son muy graves; y que se ha demostrado que es muy útil para tratar y controlar el dolor neuropático. «En los casos más habituales -los de pacientes con Parkinson, con problemas de movilidad o de temblores- cuando activamos la estimulación empiezan a moverse correctamente», continúa la Dra. Torres.
Esta cirugía se puede realizar con el paciente bajo anestesia general o local, dependiendo de si se necesita ver la respuesta del temblor, o de sus síntomas, durante la intervención; y puede durar desde tres hasta seis horas, aproximadamente.
Respecto al postoperatorio, aclaran las especialistas, «a pesar de que es una cirugía cerebral, la recuperación del paciente es buena, ya que sólo se hacen dos pequeñas trepanaciones en el cerebro. A las 24 horas puede estar caminando y comiendo».
«Lo más molesto suele ser la colocación de la batería, que se implanta en la grasa que está en la zona del pectoral». Una batería que al principio hay que cambiar quirúrgicamente cada tres o cuatro años, señalan, pero que después «puede incluso sustituirse por una recargable, que se carga a la red, como un móvil, a través de una especie de Bluetooth, por lo que ya no es necesario cambiarla».
Tratamiento a distancia
El estudio de la Estimulación Cerebral Profunda continúa desarrollándose y buscando nuevas aplicaciones. Prueba de ello es la llamada programación a distancia, que permite tratar a pacientes, incluso, de fuera del país gracias a unos electrodos especiales que pueden ser manipulados sin que los mismos se encuentren en el hospital.
De hecho, el Hospital Ruber Internacional controla actualmente los síntomas neurológicos y psiquiátricos de pacientes procedentes de Panamá, de Venezuela y otros muchos países, a través de una simple tablet. Pacientes a los que se les puede subir o bajar la estimulación a distancia, simplemente con una red wifi.
«Implantamos el dispositivo en un paciente y durante los primeros meses hacemos un seguimiento estrecho para ajustar bien la estimulación y la medicación que necesita para controlar sus síntomas. Ahora podemos controlar esta evolución mediante videollamada, atendiendo a las necesidades del paciente a través de una tablet», asegura la Dra. Mónica Kurtis, directora del programa de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del Hospital Ruber Internacional.
Una cirugía para todas las edades
Esta novedosa intervención mejora la vida tanto de pacientes mayores (de hasta 70 años) como de niños. En niños con distonías genéticas, además, incide la Dra. Kurtis, «es recomendable actuar cuanto antes, ya que se evita deformidades y les ayuda a manejarse bien en el colegio».
Lamentablemente, recuerda la Dra. Torres, «la Estimulación Cerebral Profunda se realiza en muy pocos centros y muy especializados de ciudades como Madrid, Barcelona y Sevilla, por lo que este sistema beneficia, especialmente, a pacientes operados que viven lejos de los centros de referencia donde se les puede intervenir».