Los científicos alertan: una infección puede alterar tu estado de ánimo
La activación del sistema inmunitario puede provocar inflamación en el cerebro

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¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas tienen cambios de humor bruscos después de una infección o un brote de una enfermedad autoinmune? Nuevos trabajos de investigación en ratones de laboratorio sugieren que las moléculas inflamatorias propias de estos procesos alteran el funcionamiento del cerebro, y abren el camino al desarrollo de nuevas terapias para dolencias que afecten al estado de ánimo, la ansiedad e incluso trastornos del espectro autista.
Los científicos vienen observando hace tiempo un fenómeno misterioso: después de una infección o un brote de una enfermedad autoinmune, algunas personas experimentan periodos prolongados en los que su estado de ánimo cambia de forma brusca y se producen cambios en su comportamiento. Hasta ahora no se sabía que este fenómeno tiene que ver con la inflamación.
Dos nuevas investigaciones llevadas a cabo por expertos de la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (Boston, Estados Unidos), publicadas en la revista científica Cell, aventuran una primera explicación.
La clave está en las citoquinas
En su trabajo, explican las raíces moleculares de este fenómeno y muestran cómo las citoquinas, unas moléculas clave en el sistema inmunitario, influyen en la actividad del cerebro.
Los científicos sabían que las citoquinas afectan a las emociones y al funcionamiento del cerebro, pero el cómo y el dónde no estaban claros. Ahora se ha elaborado un «mapa» de las señales de las citoquinas que interactúan con células cerebrales específicas, influyendo en el estado de ánimo, la ansiedad y el comportamiento social.
Si se confirman en estudios posteriores, podrían conducir a nuevos tratamientos para el autismo y el trastorno por ansiedad. Esas posibles terapias irían dirigidas a las células inmunitarias e intentarían «calmar» su actividad más que ejercer efectos sobre las células cerebrales, que es lo que hacen los medicamentos que se utilizan en psiquiatría.
Para lograrlo, los fármacos tienen que atravesar la barrera hematoencefálica, un sistema de protección del cerebro, pero los nuevos medicamentos podrían actuar desde fuera del órgano.
Jun Huh, profesor de inmunología en Harvard, explica que al identificar cómo funcionan los receptores de citoquinas en el cerebro, «hemos empezado a desvelar la compleja relación entre el sistema inmunitario y el sistema nervioso para la regulación del estado de ánimo y la conducta». Su equipo espera que estos hallazgos puedan conducir a nuevos tratamientos.
El «centro de alerta»
Uno de los estudios muestra que las citoquinas actúan como mensajeros y regulan la ansiedad dirigiéndose a neuronas específicas en el «centro de alerta» del cerebro, la amígdala, que participa en el procesamiento de emociones como el miedo y el estrés.
En las cobayas, observaron que dos citoquinas, IL-17A e IL-17C, aumentan la actividad en esta parte del cerebro. Cuando sus niveles suben, los ratones exhiben conductas asociadas a la ansiedad.
Administrando una citoquina de acción opuesta, IL-10, la actividad se calmaba y se reducía la ansiedad. En el otro estudio se analizaron las citoquinas IL-17A, IL-17B, IL-17E e IL-17F, que promueven las conductas sociales en animales con patrones de comportamiento similares a los de los trastornos del espectro autista.
Normalmente, estos animales muestran un interés social reducido, pero si se les administraba alguna de estas moléculas tendían a acercarse a otros ejemplares y mostraban menos conductas repetitivas.
Aunque los mecanismos de interacción aún no están definidos con detalle, lo que ambos estudios muestran es una poderosa y compleja relación entre el cerebro y el sistema inmunitario, han destacado los científicos.