Vicente Gil: «¿Quién se cree Begoña Gómez? ¿La Reina de España?»

Begoña Gómez, Vicente Gil

OKDIARIO ha desvelado que Begoña Gómez ha usado la Sala de Autoridades del aeropuerto de Barajas. En el documento de AENA que ha publicado Fernán González aparece Begoña Gómez con el cargo de «esposa del presidente del Gobierno». Desconocíamos que existiera tal cargo. La relación de autoridades -de verdad- que pueden usar tan exclusiva sala de estado está bien clara por ley y en ella no aparece, desde luego, ningún cargo que sea «esposa del presidente».

Begoña Gómez usó esta sala de estado para estar bien cómoda con su hija antes de un vuelo privado a Bristol mientras el resto de pasajeros se tragaban hora y media de retraso. Lo de esta mujer es de traca. ¿Quién se cree? ¿Por qué va con esos aires por la vida? Abrirle la Sala de Autoridades reservada a asuntos de estado para un vuelo privado con su hija.

Ninguna otra esposa de ningún otro presidente antes, ni siquiera la de Zapatero, tuvo este comportamiento. Y menos la de Felipe González. El descaro con el que Pedro Chávez y Begoñita Perón se mueven por España desde que ella fue imputada es un insulto a todos.

Primero ocultaron su imputación con aquella patraña de los cinco días en los que Sánchez se retiró en abril haciendo dejación de funciones. Luego, sin vergüenza alguna, Sánchez paseó a su imputada mujer por los mítines del PSOE durante la campaña electoral del verano entre aplausos de la aborregada afición socialista.

Para ir a declarar ante el juez Peinado, eso sí, Gómez se ocultó y se cerraron los juzgados de plaza de Castilla por orden de su marido con Marlaska obedeciendo. OKDIARIO la cazó, como la cazó este lunes en Barajas disfrutando del enésimo trato de favor.

Este verano Sánchez y su imputada mujer se han exhibido por Canarias y Andorra públicamente sin pudor alguno. Con descaro, diríamos más bien. Troleándonos a todos. Riéndose de que ella esté imputada por corrupción en los negocios y tráfico de influencias.

En Canarias disfrutaron de la impresionante residencia real de La Mareta y se pasearon por algún mercadillo vestidos de domingueros mientras ignoraron, durante su estancia, con altanería de nuevos ricos, la llegada masiva de inmigrantes ilegales a sus costas. Sánchez y su mujer se rieron de los canarios que sufren, desbordados, esta invasión desde hace años.

Sánchez y la presunta corrupta veranearon a todo tren el mes entero. Un poco más y empalman con la Navidad. Total, ¿qué más le da a él? Sánchez sabe que no puede gobernar porque no tiene apoyos parlamentarios. Sólo quiere seguir en la Moncloa.

La parejita se hizo ver después en un campeonato de mountain bike en Andorra con avión privado de por medio que, suponemos, se lo pagaría él. Se dejaron retratar sonrientes y entre copas de cava en ese conocido paraíso fiscal, mientras la invasión de ilegales desbordaba también Formentera, Ibiza y Mallorca.

¿Se puede tener más descaro? No sólo hablan para idiotas. Actúan para idiotas. Nos toman por idiotas. Sus actos son los propios de una parejita enloquecida de poder y rodeada de corrupción. Cómo los Kirchner o los Ceaucescu. Sánchez y la presunta corrupta confunden, también, el estado y sus medios con su familia. Creen que los medios del estado son suyos.

Begoña se cree alguien. Y no es nadie, señora. Usted no es nadie. Usted se cree la Reina, pero es sólo, institucionalmente, un cero a la izquierda. Ambos dan muestras de sus aires de grandeza cuando se han colocado al lado de los Reyes.

Con la presencia pública, descarada y reiterada de Begoña Gómez este verano, Sánchez pretende normalizarnos -para que olvidemos- que su mujer está imputada por corrupción y tráfico de influencias y que convirtió la Moncloa -según se investiga- en una especie de workcenter por donde hacía valer ese supuesto cargo, según AENA, de «esposa de presidente del Gobierno».

Por lo que sabemos de las investigaciones judiciales y periodísticas, Begoña Gómez vio su llegada a la Moncloa y la captación de fondos públicos como una oportunidad de negocio privado. Este es el personaje que Sánchez nos restriega por la cara riéndose de nosotros.

Begoña Gómez llamó con descaro al rector de la Complutense para que le hicieran un máster a medida sin ser siquiera catedrática. Peor: sin ser licenciada. Begoña Gómez no hubiera podido ni apuntarse como alumna al máster que, sin embargo, codirigía. Pusieron a su socio Carlos Barrabés a dirigirlo para disimular.

La Complutense le regaló el máster sabiendo que no era titulada y ella, con descaro nuevamente, pidió ganar 30.000 euros, pretendiendo cobrar más que nadie en la Complutense saltándose las normas internas que lo limitan a 15.000 por máster.

Un amigo de Sánchez, David Sanza, fue llamando a posibles financiadores para pedir que recibieran a Begoña Gómez y le soltaran dinero. Sanza, amigo del instituto y del basket de Sánchez, está, además, vinculado a Plus Ultra, la ruinosa aerolínea que hacía vuelos vacíos a Venezuela rescatada por Sánchez durante la pandemia con 53 millones de euros. Por entonces, la ruinosa aerolínea era propiedad de varios magnates venezolano-libaneses próximos a Delcy Rodríguez. En el sanchismo todo queda en casa pasando por Venezuela.

Conseguida la financiación para su máster, Begoña Gómez fue a Telefónica, Google e Indra a pedir que le hicieran gratis el software para la cátedra. La recibieron por ser quien es, lógicamente, los máximos responsables de estas empresas y se lo hicieron. Eso sí, la espabilada esposa de Sánchez lo registró a su nombre para su comercialización, pasando el cargo del mantenimiento del software a la Complutense.

Begoña Gómez pasó a la universidad pública madrileña facturas por valor de 102.848 euros sin que la universidad sepa todavía el concepto. Sin ser nadie, Begoña Gómez redactó y firmó los pliegos técnicos de contratos públicos de la universidad. Y se lo permitieron.

La mujer de Sánchez se negó en julio, días antes de declarar ante el juez Peinado, a explicar en qué se gastó todo ese dinero público. Pretendió que la Universidad le aprobara la memoria del máster sin dejársela leer. O sea, por su cara bonita. Y pretendió que le aprobaran la financiación del año que viene también por la misma razón: por su cara bonita, al parecer, retocada, aunque esto, como otros posibles retoques de Begoña Gómez o de quien sea, es un asunto personal, salvo que se haya usado dinero público para ello.

Todo ello no hubiera sido posible sin el concurso de Carlos Barrabés, amigo del clan de Benasque, no sólo de Begoña, sino también de Pedro Sánchez. Barrabés ha reconocido ante el juez que se reunió varias veces con Sánchez en la Moncloa. Las empresas de Barrabés pasaron de casi no recibir nada de la administración a ganar 23 millones de euros en contratos y adjudicaciones con Sánchez y Begoña en la Moncloa. Begoña Gómez firmó de su puño y letra cartas de recomendación en favor de Barrabés.

Seamos serios. ¿Quién se iba a resistir viniendo Barrabés recomendado por la esposa del presidente del Gobierno? Cuanto menos es moral y estéticamente impresentable. La justicia dirá si algo más.

Y todo ello, usando fondos europeos. De los que tenían que haberle llegado a usted o a su empresa o a su pequeño negocio, pero no han llegado.

Y todo ello en 2020, en plena pandemia. Está claro que, por entonces, había quien pensaba en hacer negocio, ajeno al sufrimiento, los muertos y el confinamiento general al que nos sometió inconstitucionalmente el marido de la presunta corrupta.

Begoña Gómez se ha dedicado a la captación de fondos públicos durmiendo junto al presidente del Gobierno en el Palacio de la Moncloa, pero Sánchez nos la pasea ante nuestras narices porque le da igual todo. Se ríe de todos, empezando por los suyos.

Cómplice del sanchismo es un rector, como el de la Complutense, que se mostró más fiel y sumiso al poder que a los principios más elementales de la que es, supuestamente, la primera universidad pública de España.

Joaquín Goyache -que debería dimitir- ha tardado, pero lo ha hecho al final. Como adelantó OKDIARIO, la Universidad Complutense ha cancelado la cátedra fake que codirige la imputada y presunta corrupta Begoña Gómez.

¿A qué estaba esperando ese nido de rojerío infumable y adoctrinamiento cutre socialista que es la Complutense para hacerlo? ¿De verdad nos iban a humillar a todos, en el inicio de curso, con la imagen también de Begoña Gómez, sonriente y descarada como la hemos visto este verano, inaugurando su máster fake?

Gracias a la prensa y a medios como el nuestro, como OKDIARIO, que no hemos cejado ni cejaremos pese a las amenazas que no nos asustan, los españoles hemos podido saber a qué se ha dedicado la esposa del presidente del Gobierno estos años desde el propio Palacio de la Moncloa usando medios oficiales, incluida esa asesora con más de 100.000 euros anuales que le fichó su marido nada más llegar en 2018 para ocuparse de sus gestiones particulares.

Es él -Sánchez- quien debería dimitir, pero no puede ni quiere porque es un amoral. Las investigaciones de corrupción acechan a la pareja y al gobierno. Ábalos va también asomando la patita, recordando que lo sabe todo de todos.

Begoña se queda sin su máster en la Complutense. ¡Pobre Begoña! Algo se le ocurrirá ahora. No lo duden.

Begoña se queda sin la pasta y la influencia que movía desde la sombra, amparada por la oscuridad del poder, convencida de ser, como reza ese documento de AENA, una «autoridad del estado», sin ser más ni tener más méritos profesionales que ser lo que siempre fue: la contable de los prostíbulos de su padre… pese a sus aires de grandeza.

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