En la UE por fin saben quién es Pedro Sánchez

Pedro Sánchez
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Imagino el enorme cabreo de Sánchez, encerrado a mar y canto en La Mareta, rodeado de un enjambre de pelotas que empobrecen las cuentas públicas, por cuanto no ha sido llamado a figurar entre los dirigentes europeos a partir el piñón que se cascan los presidentes Putin y Trump a propósito del pobre Zelenski.

Este tipo ha debido de creerse que por el vasto mundo libre puede oficiar de matón como lo hace en España desde hace siete años y no le sucede nada. En la Unión Europea, ¡por fin!, ya saben de Sánchez esto:

-Que es un primer ministro rodeado de detritus amarillo, abrasado por la corrupción institucional y personal, incluida, su mujer, su hermanos y sus principales colaboradores.

-Que Pedro Sánchez es un manirroto y que bajo su égida la economía española micro afronta muy serios problemas que afectan de manera muy grave a las clases trabajadoras y más desfavorecidas.

-Que el nivel de deuda pública acumulada bajo su mandato resulta insostenible a medio plazo y es un escenario letal para las nuevas generaciones de españoles.

-Que se mantiene a riesgo de quebrar el Estado y poner en cuestión valores básicos de la Unión Europea como la igualdad entre ciudadanos y la permanencia del propio Estado. Entre otros asuntos, el Gobierno con comunistas y antisistema.

-Que sus afrentas en solitario e impropias a los principales líderes del mundo libre (Estados Unidos, sin ir más lejos) coloca a España en una difícil situación comercial que tardará años en equilibrarse y todo ello para congraciarse con organizaciones terroristas (Hamás) y antisionistas.

Por todo ello, la venda respecto a Pedro Sánchez ha empezado a caer entre sus colegas con estrépito. No pueden entender cómo un jefe de gobierno en esas condiciones no se ha ido voluntariamente o el pueblo español le haya mandado a paseo de una vez por todas.

En los próximos meses podremos tener más pruebas fehacientes internacionales de la enorme soledad que le secunda. Y todo ello ganado a pulso. Él lo sufre, pero paga España, es decir, los españoles.

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