Vicente Gil: «¿Quién se cree Begoña Gómez que es para pedir que no le graben en el juzgado?»

Ver vídeo

Begoña Gómez ha pedido al juez Peinado que su declaración como imputada, el viernes, no se grabe en vídeo. La señora quiere que sólo le graben en audio. Pero vamos a ver: ¿quién se cree que es? ¿Más que la Infanta Cristina, el expresidente Rajoy o los expresidentes Chaves y Griñán?

La petición denota un perfil psicológico muy propio de ella y de la parejita. Pedro Chávez y Begoñita Perón se creen lo que no son. Por eso se ponían al lado de los Reyes.

Dice Begoña Gómez que no ha de grabarse su declaración como imputada por corrupción y tráfico de influencias por su «relevancia pública como esposa del presidente del Gobierno». Begoña Gómez lo tiene subidito y Tirano Sánchez también. Esta señora no se ha enterado que se investiga, precisamente, si se ha aprovechado de su condición de mujer del presidente.

Yo no sé quién les aconseja pero la imagen de prepotencia y casta privilegiada que transmiten los dos es deplorable para cualquier ser humano con neuronas en el cerebro. Quedan descartados, por tanto, los votantes del PSOE.

Begoña Gómez se cree alguien y no es nadie. Y ese es su problema. Que mañana mismo podría ser detenida por la Guardia Civil como usted, yo o como cualquier ciudadano porque Begoña Gómez no es nadie. ¿Se entera, señora? En realidad, lo sabe de sobra y, de ahí, las ojeras de Sánchez.

Métaselo en la cabeza, señora. Usted no es nadie. Y, desde luego, no es nadie más que ningún otro ciudadano, salvo uno, Carles Puigdemont, que, gracias a su marido, es más que usted y que yo. Ese sí es el «puto amo» librándose de la justicia, gracias al señor que duerme con usted -suponemos- todas las noches. Así que, si tiene quejas, a su marido.

A esta señora le han hecho tanto la pelota durante años los personajillos que pululan el sanchismo, como el pobre Fiscalito General, o le han llamado tantas veces «presidenta» tipos tan pelotas como Patxi López que ella se lo ha creído y ahora le pide al juez que no le graben su declaración.

Pero vamos a ver, señora, si lo suyo el viernes es, realmente, «histórico». Pero «histórico» de verdad. Usted, Begoña Gómez, mujer de Pedro Sánchez, va a ser la primera esposa de un presidente del Gobierno en España declarando como imputada por corrupción y tráfico de influencias. Nunca en la historia de España ha ocurrido esto.

¿Usted es consciente de que eso -que tanto le preocupa a su marido- sí pasará a la historia? Su marido, Pedro Sánchez, será recordado por ser el primero en tener una esposa imputada por corrupción.

¿Quiénes se han creído que son Pedro y Begoña? Los inquiokupas de La Moncloa son unos desclasados del poder y unos nuevos ricos. Pedro y Begoña se creyeron desde el minuto 1 que eran los Reyes, que Moncloa era el Palacio Real, que eran los dueños del Falcon y el Super Puma, los propietarios de La Mareta y Doñana y los protagonistas de una serie de poder en Netflix, de esas que veía a destajo en pandemia -mientras nos moríamos de covid- Pablo Iglesias. El ex-coletas prefirió ver series de Netflix que ocuparse de las residencias de ancianos, que asumió «con gusto» por televisión ante toda España. Luego, le debió de aburrir el tema.

Pedro Chávez y Begoñita Perón deberían salir de la ensoñación en la que viven. Tirano Sánchez lleva seis años gobernando para delincuentes. Se apoya para gobernar en delincuentes. Y parece querer extender a su mujer esos privilegios para delincuentes, no siéndolo ella por ahora.

Lo que está claro es que ni Pedro ni Begoña quieren que los españoles veamos ese vídeo de ella sentada ante el juez. Está claro que el asunto les molesta por más que traten de trasladar la idea y la impresión de que es una cosa menor de bulos de la fachosfera y que se resolverá rápido. Pues no parece.

Porque entre todo lo publicado por OKDIARIO y otros muchos medios libres se va configurando un panorama, una foto, de corrupción profunda en torno al gobierno de Sánchez que llega a la sede de la presidencia del Gobierno y, quizá, a la alcoba presidencial. La foto es la de una red corrupta donde se mezclan los personajes ya conocidos y, entre ellos, está el de la mujer del presidente.

La justicia decidirá si hay chicha penal o no, pero el panorama se le va complicando cada vez más a Begoñita Perón y su Cupido monclovita.

Hoy hemos sabido que la interventora de la Universidad Complutense denunció, por irregulares, las contrataciones que firmó de su puño y letra (digital) Begoña Gómez para su cátedra regalada, no sólo sin ser nadie para hacerlo (como contamos en OKDIARIO) sino realizando adjudicaciones, incluso, verbalmente.

Pero ¿quién se creía Begoña Gómez para realizar contrataciones con dinero público de la Universidad Complutense y encima de manera verbal? ¿Quién se lo permitió? El rector de la Complutense debería dimitir mejor hoy que mañana y la vicerrectora del área de gestión también.

A esta señora le regalaron una cátedra, le hicieron gratis un software por el morro tres empresas punteras de España, usó dinero de la Complutense para su desarrollo y, encima, luego, registró a su nombre el software y se lo quedó para su comercialización. Y, además, se permitía establecer las condiciones de una licitación y firmar los pliegos, las resoluciones y hasta las facturas.

Insisto. Esta señora, ¿quién se cree que es? ¿Cristina Fernández de Kirchner? Lo que los españoles queremos saber es a qué se ha dedicado Begoña Gómez estos años en Moncloa, siendo la esposa del presidente del Gobierno.

Queremos saber ¿por qué estaba tocada por una especie de varita mágica para conseguir fondos y ayudas públicas para las empresas de sus socios y amigos? Queremos saber si ha usado medios materiales o humanos de La Moncloa para sus intereses personales y profesionales. ¿Quién le escribía, por ejemplo, con un lenguaje muy técnico y administrativo los documentos de la Complutense? ¿Tenía algún funcionario de Moncloa haciéndole de ‘negro’ literario? Porque los mails o escritos realizados por ella que hemos visto se notan enseguida que son de ella por su simpleza y, casi, vulgaridad terminológica.

Queremos saber: ¿Se ha beneficiado Begoña Gómez de ser la mujer de Sánchez? ¿Qué recursos públicos ha usado, si es así, para fines privados?
Y, al final, la pregunta crucial: ¿Qué sabía su marido y que hizo o, igualmente importante, qué dejó de hacer?

Mire usted, Begoña Gómez. Por más que Conde-Pumpido esté limpiando la basura socialista de los ERE o por más que su marido haya indultado y amnistiado a delincuentes, usted no es nadie y claro que hay que grabarle. Y, además, si tuviera gallardía y estuviera segura de su inocencia, debería entrar el viernes por la puerta de plaza de Castilla, con la cabeza bien alta, DNI en mano, con su marido enamorado al lado y haciendo cola como todo hijo de vecino. Como cualquier ciudadano cada día en plaza de Castilla.

Y si esto no lo tiene claro, Begoña Gómez, me permito recordarle la frase del Rey Juan Carlos que, a día de hoy, está más limpio que usted, pero lo mandaron al exilio por repudio moral: «La Justicia es igual para todos».

Lo último en Opinión

Últimas noticias