Urtasun nunca conoció a ‘El Científico’

El Científico

Si lo hubiera conocido, tal vez no se hubiera hecho taurino. Ni hubiera cambiado su visión del genocidio de los museos. Pero seguramente, su ceño sería menos fruncido, y comprendería que la vida puede ser más rara y amable. Manolo el Científico Torrecilla ha sido unos de los últimos pícaros que ha conocido esta sociedad española que sigue dominada por el resentimiento y por la falta de empatía. Nadie como Manolo para ligarse al más pintado con esa eterna sonrisa de estirpe callejera, que conquistaba a los del taco, las damas de cualquier edad y condición, y al público en general.

Realmente nunca ha habido una tercera España por mucho que se empeñen los del catecismo de Chávez Nogales. La única realidad que conocemos de nuestra historia era de una sociedad a trompicones, donde falta la calidez que sujetos como el Científico animan a frecuentar. Su universidad de la vida simboliza la alegría eterna del español. El célebre Confite de Jarandilla de la Vera, verdadero trapisondista de los números, siempre tenía papel para los amigos e incluso los enemigos. Su reino ha sido el Tendido del 8, que no deja de ser el sol y sombra de la clase media española, donde aliviarnos del tedio de la política y los trabajos cualquier tarde isidril.

No sé cuál será el futuro de los toros, aunque sospecho que el ministro presente no será quien certifique el entierro. Las plazas con el cartel de no hay billetes, las cuadrillas juveniles emergentes, atestiguan lo contrario. Puede que el cambio de hábitos sociales en su momento afecten a este bello ritual. El Científico creía en la política es de la amistad, la que le llevó a ser miembro de esa cofradía anárquica llamada Congresismo. Verdadera alegoría de que el parlamento es el de las tabernas y la camaradería gatuna.

El vacío que nos deja Manolo habiendo cambiado el escaño de Las Ventas por la Andanada junto a San Pedro, tenga mucho más que ver con todo esto. Desde ahora hay que pasar por ahí y retratarse sí que quiere entrar a la gloria. Como le dijo Paquito Alegre, «coño, Manolo, levántate y cobra los abonos». Los que Urtasun debiera haber comprado para comprender que la cultura es tan plural como libre.

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