Tres puntos de regalo
Dicen que de los errores se aprende, una afirmación que no rige para los futbolistas del Mallorca. No es que esas equivocaciones hayan costado muchos puntos, no. Solo tres repartidos en otros tantos encuentros, pero si no han sido más se debe a que los de Arrasate ha aparcado el libro de enseñanza, se han creído que ya lo saben todo y hace un mes que no juegan a nada.
Tampoco lo hizo el Atlético que, en todo caso, está más acostumbrado a eso. La renuncia de Simeone algo que no sea el resultado forma parte de su esencia, de la personalidad de su equipo y de su forma de entender el fútbol. Su oponente, en lugar de contrarrestar lo cicatero de esta filosofía, la alimentó con un juego ramplón, parsimonioso, horizontal, de un toque cansino inservible para avanzar un solo metro o sorprender a un contrincante que, perdido el balón, defiende con cinco y hasta con seis zagueros antes de que algún rematador pise área.
Si, todo un aspirante a seguir la estela del Barça o el Madrid, aunque sea a distancia y presente en Europa, dejó el balón en poder de quienes luchan, no nos engañemos, con el único objetivo de mantenerse lejos del descenso y lo usan para írselo pasando de unos a otros, de lado a lado y sin hacer más que, aburridos de si mismos, pegar un pelotazo para que Muriqi o Larin lo peinen hacia terreno de nadie, sin ningún compañero que secunde la acción, llegue desde segunda línea o encare por banda un uno contra uno.
Una lectura fácil dirá que las ocasiones de gol, solamente dos en cada fondo, se dividieron por igual. La diferencia, no poca, es que el vencedor aprovechó una, Greif evitó la que hubiera sentenciado antes el resultado para monumental enfado del Cholo con su rematador, y el derrotado ninguna, ni siquiera la del idolatrado Abdón.
La bandera que cierra el primer tercio de liga marca lo que debería suponer un toque de atención para este Mallorca de Arrasate que desde su esperanzador arranque de liga ha ido de más a menos. Una alerta que ha de sonar en el vestuario que huele a discriminación en el esfuerzo, desconexión con el cuerpo técnico, habría que preguntar a Arrasate qué partido visualizó cuando en la víspera auguraba goles, y despreocupación en los despachos ausentes de la realidad.