Traductores cogiendo setas y trufas contra los incendios
Teresa Ribera es vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España por lo que, además de ser la culpable de la brutal subida de los precios de la luz, el gas y los combustibles y del guirigay que tenemos montado con la energía, también es la máxima responsable de la coordinación, prevención y extinción de los incendios forestales en España. Según la información pública del ministerio que dirige Teresa Ribera, en lo que llevamos de año, se han registrado más de 50 grandes incendios de más de 500 hectáreas, que han calcinado una superficie forestal de casi 300.000 hectáreas, lo que convierte al de este año en el peor verano de la historia en superficie quemada desde que hay registros. Este dato hace que Teresa Ribera sea la mayor catástrofe ocurrida en nuestros bosques, motivo por el que resultan tan alarmantes las palabras que ha pronunciado en la entrevista concedida a El Mundo.
Le preguntan a la ministra si existe algún remedio contra los incendios forestales, que ella achaca al cambio climático mientras que quienes viven en las zonas afectadas sostienen que son causados por el abandono de los montes. Y la ministra responde: «El vuelco de peso hacia lo rural no se puede materializar tan rápidamente. Se necesita tiempo y empeño. Hay datos optimistas. Desde la pandemia, ha habido un incremento de habitantes en municipios mayores de 20.000 habitantes de más de 200.000 personas. No es la panacea, pero sí una tendencia. Hay muchos proyectos de innovación en el mundo rural que pueden compaginar, por ejemplo, recoger setas y trufas y a la vez dedicarse a la traducción porque hay suficiente conectividad». Y ahí termina la respuesta, ese es el único remedio contra los incendios que se le ocurre a Teresa Ribera. Igual tenéis que volver a leerlo, como me pasó a mí.
La respuesta es para partirse de risa y, a continuación, echarse a llorar, como la bipolar más descontrolada. Son las palabras que se espera escuchar de una niñata preadolescente pija y urbanita, que no ha visto el campo nada más que en los documentales de National Geographic y suelta la primera parida que se le ocurre sobre un tema que en realidad no le preocupa y acerca del que no se ha parado a reflexionar ni un sólo minuto de su vida. Traductores que se vayan a vivir a poblaciones de más de 20.000 habitantes con buena conectividad, donde compaginen su trabajo con salidas al campo a coger setas y trufas y así evitar que el bosque se queme. Si le hubieran preguntado a Teresa Ribera cómo se puede poner fin al genocidio provocado por Putin con la invasión rusa de Ucrania, podría haber propuesto que las niñas saharauis de menos de 15 años le escriban una carta al tirano ruso pidiéndole que se jubile ya, o alguna chorrada por el estilo. Un sindiós.
La única esperanza que nos queda es que en su ministerio aún queden funcionarios y técnicos que sean expertos en el tema y puedan poner coto a las sandeces de una ministra mamarracha que se ha convertido en un auténtico peligro público para los españoles. Todo lo que toca esta ministra malencarada y peor peinada, alias Lady Apagón y Miss Calcinada, lo deja convertido en cenizas. Teresa Ribera nos vacía los bolsillos con facturas de luz y gas que no podemos pagar, arruina a los comerciantes con ineficaces medidas de ahorro energético, nos amenaza con cortes en los suministros este otoño e invierno y es la responsable de que los incendios estén arrasando nuestros montes con ideas tan peregrinas como esta. Si Sánchez no fuera tan dañino como ella, debería destituirla ante tanto despropósito.