Susana Díaz se presenta: ¿Y qué?

Susana Díaz se presenta: ¿Y qué?

Ayer publicaron los medios que, finalmente, Susana les anunció que el 26 de marzo presentará su disposición a pelear por la Secretaría General del PSOE. Es posible que pueda ganar pero el problema no es ya si gana o pierde sino qué puede ofrecer a estas alturas del partido este PSOE venido a menos al conjunto de la sociedad española y a España en su conjunto. Entiendo yo que, en su caso particular, no ofrecerá la gestión llevada a cabo por los socialistas en Andalucía durante las últimas décadas, ni su lucha contra la corrupción política, ni sus recetas para crear empleo estable, digno y de calidad, ni su pelea para despolitizar las instituciones… ni su compromiso en impulsar las reformas que se necesitan o un amplio abanico de medidas internas y externas modernas y modernizadoras adecuadas al siglo XXI en el que vivimos. Porque, obviamente, razones para hacer oposición política en España hay de sobra, así que ella debería tener al menos la intención de poder presentar una alternativa mejor que la que sufrimos. Pero sigue sin hacerlo.

Yo mismo, que suelo seguir atento las declaraciones de los dirigentes de todo el espectro político, puedo aportar que a Susana Díaz no le he oído una sola idea política relevante durante los últimos años: por mucho que haya copado todos los medios de comunicación imaginables, no quiso ni quiere hacer el esfuerzo que debería corresponder a todo responsable político, esto es, explicar qué pretende. Porque, aunque es cierto que obras son amores y no buenas razones, es de agradecer que, en ausencia de obras concretas de las que sentirse orgullosa y teniendo tantas ocasiones para explicar al menos sus razones… haya preferido y prefiera no concretar nada.

De Susana no sabemos (igual es que no me he informado suficientemente) si considera a España una nación de naciones o un país de ciudadanos libres e iguales, si defiende la reforma de la ley electoral que incluya igualdad en el voto, listas abiertas y limitación de mandatos o si ello no es una cosa que le interese demasiado, si su modelo territorial es el federalismo asimétrico que proponen habitualmente sus compañeros de partido o mantener el inviable Estado de las Autonomías que padecemos, si su lucha contra la corrupción política es mantenerse en silencio ante los gravísimos casos de corrupción que hemos conocido en la comunidad autónoma que gobierna o tiene alguna idea novedosa, si es partidaria de despolitizar las instituciones hoy tomadas por los partidos políticos, especialmente la Justicia, o dejar que nada esencial cambie, si suprimiría o no los aforamientos como medida de regeneración democrática, si pretende impulsar en su propio partido una democracia interna digna de tal nombre o prefiere el ordeno y mando y la huida hacia delante, si es socialdemócrata o mediopensionista, si pretende contentar a los nacionalistas que viven de su insaciable descontento… o si el Concierto Económico y el Convenio navarro le parecen antiguallas a suprimir o reliquias históricas sobre las que basar la España de los próximos años. Son unos cuantos ejemplos, nada más.

Susana tiene buena presencia y personalidad política, pero no veo en ella el peso político que se requeriría, no ya para gobernar el PSOE (el cual creo humildemente que no tiene remedio) sino sobre todo para gobernar la España del siglo XXI e impulsar los cambios políticos, institucionales y constitucionales que se requieren y los ciudadanos reclaman. Porque las cosas están cambiando muy rápidamente y se requieren nuevas recetas, no más de lo mismo. Habrá quién piense que no es peor que Pedro Sánchez o Patxi López. Pero es poco conformarse optar por el menos malo… a la espera de que suene la flauta. En todo caso, me consta que hay miles de ciudadanos que ya no van a esperar a ver qué hace o qué decide el PSOE. Ni al PSOE ni a ninguno de los principales partidos políticos. Se les ha (se nos ha) acabado la paciencia.

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