‘Sí-sí’, emperatriz de los bajos fondos

Irene Montero
'Sí-sí', emperatriz de los bajos fondos

El progresismo doctrinario pretende lograr mejoras sociales, pervirtiendo leyes y haciéndolas prosperar a su conveniencia. Tras el rotundo fiasco de su ley, el vulgo se chotea de Irene y le endilga este mote: ‘Sí-sí’, emperatriz de los bajos fondos. Una anguila escurridiza, Judas Sánchez, la apadrinó como la estrella de su «gran conquista feminista» y ya no quiere verla ni en pintura. Menos mal que la chiflada ‘Sí-sí’, dinamitó la corrompida coalición, forzando al psicópata de La Moncloa a firmar su muerte política, según anuncian las encuestas, y confirmarán las elecciones. Con más de 500 (suma y sigue) delincuentes sexuales beneficiados por la ley Montero, esta histérica y su zafio mentor, tendrían que haber dimitido. Pero no, insisten en aferrarse a sus insensateces. Que hablamos de aprovechados, sin principios, tremendamente soberbios.

Basta oír las bajezas que inventan, los socios separatistas del Gobierno, contra España, el Rey, Feijóo, Ayuso, Abascal, Guardia Civil, Policía Nacional, Ejército, Legión, víctimas del terrorismo y jueces. Sabemos que son mercenarios y que infaman a la Nación, o lo que se le ocurra ordenar a Judas, a cambio de un gigantesco puñado de monedas. Rufián llama «organización criminal» a la Casa Real – impunemente – y al ser un bulo fabricado con mimo, exige beneficios para ERC. Sus socios más crueles, toman a Sánchez por la Bernarda y le sacan la intemerata, porque saben que su final está cerca, y que antes de diciembre de 2023, será en un cadáver político.

El audaz sentido del humor de Raúl del Pozo, se pregunta: «¿En qué se basan para dar por acabado a Sánchez?». Raúl es tan astuto, que destruye a un farsante y encima, el menda, le da las gracias, emocionado. Pero hay miles de razones para sostener que el felón huele a fiambre. Las atrocidades que ha cometido no caben en las páginas amarillas. El narciso creyó ser un dios y será recordado, de serlo, como el más nefasto presidente que jamás tuvo España. Sus legiones de asesores inútiles y demás paniaguados ociosos, chafaron la economía y empobrecieron a los españoles con impuestos tan injustos, como demenciales, condenándonos a la miseria. De ahí que demos por acabado a Sánchez, pues sea quien sea, por muy cuestionado que esté, el futuro presidente de la nación, nunca podrá ser peor que el descerebrado inculto, que nos gobierna.

El aquelarre de ministras enloquecidas, ‘Sí-sí’, la Belarra, la Díaz que no suma y la pizpireta portavoz que sonríe cada vez que miente para defender las leyes ideológicas que han hundido al de La Moncloa, como la ley de Irene, que libera a los violadores, o la del Bienestar Animal de Belarra, que ha arruinado a los dueños de tiendas de mascotas, por no hablar de la ley Trans o de los mutantes, como la define con acierto, Lidia Falcón, la histórica líder del Partido Feminista, que la considera, antes que una ley, una auténtica aberración. Estos son, aparte de liberar a cientos de etarras asesinos y exonerar a los golpistas catalufos, los grandes logros del mandato de un presidente gafe. Y se extraña que baje en las encuestas.

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