Un shock de oferta

Un shock de oferta

El coronavirus y la forma en cómo se ha gestionado ha llevado a aplicar unas medidas durísimas que han parado en seco a la economía española. Con una buena gestión desde mucho tiempo antes, tanto en el ámbito sanitario como en el económico, eso podría haberse evitado, o, al menos, minimizado, pero vamos a dejar ahora el análisis de la gestión, de las declaraciones de los responsables del Gobierno a lo largo de los días previos a la adopción de duras medidas -declaraciones en sentido contrario a la urgencia de medidas después aplicada- y de las decisiones tomadas para cuando se supere la actual situación sanitaria. Ahora, lo importante es que los pacientes sanen, que se frene la ola exponencial de contagios y, también, evitar que el tejido productivo español se hunda por completo.

Y aquí, en la parte económica, hay que recordar que lo que ha sufrido la economía española ha sido un shock de oferta, pues por decreto, y no es metáfora, se ha parado en seco la práctica totalidad productiva de la economía española, al decretar el cierre de múltiples establecimientos, mantenerse los que abren bajo mínimos y extenderse una sensación de angustia, desesperanza, desesperación, agobio e incertidumbre por todas las empresas españolas, especialmente por el eslabón más frágil, pero base del tejido empresarial español, que son las pymes y los autónomos.

De un día para otro, se han visto obligados, por fuerza mayor, a echar el cierre de sus establecimientos, a pasar de facturar a no hacerlo, pero manteniendo el conjunto de obligaciones que componen su epígrafe de costes: alquiler de locales, pago de impuestos, recibos de suministros y coste laboral de empleados, así como sus propios seguros sociales.

Una gran parte, por tanto, del entramado productivo del país se ha visto desconectado, además por un tiempo impreciso. El día que se dictaminaba el cierre de los establecimientos de restauración, antes del estado de alarma, un empresario del sector, de un establecimiento emblemático de Madrid, con más de cincuenta años a sus espaldas en él, me decía, casi llorando, que había pasado por muchas crisis, pero que llevaba todo el día pensando en el negro futuro que venía por delante. Como él, tantas pymes y autónomos.

Pues bien, es cierto que se están produciendo ERTE’s por ello, y que es una buena medida que se agilice su tramitación, que permite aliviar costes a los empresarios en cotizaciones a la Seguridad Social por sus trabajadores afectados, y que a éstos se les dé facilidades para poder cobrar durante este tiempo la prestación por desempleo. Ahora bien, debe todavía ser mucho más potente la ayuda a las empresas, pues hemos tenido un shock de oferta, con el cierre productivo motivado por las decisiones adoptadas, no de demanda, aunque éste vendrá derivado después del primero por la pérdida o suspensión de puestos de trabajo. Sin embargo, hay que centrarse en la producción porque si logramos frenar la hemorragia de la ausencia de liquidez y se genera confianza como medida que mejore las expectativas estructurales, recuperaremos la capacidad productiva y los empleos se recobrarán.

Por eso, las medidas anunciadas por el Gobierno deberían volcarse en las orientadas a la oferta, reforzando todavía más la liquidez para pymes y autónomos y mejorando las exenciones de pago a la Seguridad Social e introduciendo condonación de impuestos en este período a dicho conjunto empresarial. Sólo así podemos tener esperanza en salir adelante desde el punto de vista económico, que importa y mucho.

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