Semana Santa con empuje

Semana Santa con empuje

La Semana Santa de antaño invitaba a los silencios y al recogimiento, a rendir culto. A los pasos y a profundas meditaciones. Hogaño la Semana Santa es una oda al ocio deviniendo en festival viajero con fuerte impacto en la economía turística. ¡Todo cambia! Y esta Semana Santa apunta a batir récords turísticos con una ocupación hotelera del 90% que significa, por ejemplo, un aumento del 8% en las reservas de británicos, franceses y alemanes, y una subida de las pernoctaciones de españoles que suponen la mitad de los ingresos del sector. Eso sí, con estancias más cortas y un avance del turismo rural. ¡Todos nos vamos de Semana Santa aunque esa vena viajera y el dispendio que conlleva a uno no le acaba de cuadrar con nuestra realidad económica! Tal vez sea que andamos necesitados de confianza, de euforia gastadora y a la que oteamos que el panorama está un poco mejor, nos lanzamos a la aventura semanasantera. 

Los destinos preferidos son, cómo no, Andalucía, Baleares y Canarias, con la costa levantina como gran polo de atracción. Y, desde luego, se convierten en destinos muy apetecibles aquellos de fuerte tradición religiosa, como la genial Sevilla, la incomparable Málaga, la seria Valladolid, la profunda Zamora. Y tiran de ese carro turístico: Barcelona y Madrid, Valencia, la meca de Benidorm y la Costa del Sol. También la nieve suma a favor de las estaciones de esquí con buen tiempo y hasta probables nevadas. Desde Baqueira a Sierra Nevada, pasando por el Pirineo aragonés y el catalán, más Andorra, el país de la nieve, con reservas hoteleras en registros máximos. Ese impulso turístico de la Semana Santa invita al optimismo económico al crearse unos 145.000 empleos aunque sean temporales y por pocos días suman, con 130.000 puestos de trabajo en servicios de los que 117.000 se vinculan a alojamiento y hostelería. La economía del ocio y viajera vivirá días de pasión gastadora.

En cierta manera, no está de más reconocer que por el momento se despejan sombras sobre el efecto del Brexit, máxime si tenemos en cuenta que las reservas procedentes de Reino Unido, Alemania y Francia, entre 15 de abril y 15 de julio, aumentan en un 8% respecto a 2016. De hecho, las previsiones de nuestros hoteleros apuntan a que los operadores turísticos contraten 24,6 millones de asientos en vuelos de turistas británicos: 1,4 millones más que en 2016. Esa reacción económica cara a esta Semana Santa hay que que ligarla con la marcha de nuestras Comunidades Autónomas en 2016, constatando cómo la flamante temporada turística cristaliza en las economías regionales. Es ahí donde las Islas Baleares —Ses Illes Balears—, con mi Menorca incluida, están al frente del crecimiento con su producto interior bruto incrementándose en el 3,8%, seguidas de la Comunidad de Madrid, con el 3,7%, Canarias y Cataluña, ambas con el 3,5%.

En general, como muy bueno hay que calificar el crecimiento de prácticamente todas nuestras comunidades, al situarse al cierre de 2016 por encima del de la propia Unión Europea, que fue del 1,9%. No cabe duda de que los singulares crecimientos de Baleares y Canarias se dan gracias al auge del turismo, en ambos casos con los servicios tirando del carro y en Baleares además también se observa un repunte de la construcción. Buena señal que el ladrillo, con mesura, vuelva a ser uno de los ejes de nuestra actividad económica. Esta progresión del sector turístico se debe a la combinación de nuestras potencialidades, con una elogiable competitividad, y al “turismo prestado” a causa de la inestabilidad política y social en nuestros países competidores, los de la cuenca mediterránea. Mientras tanto, en Grecia ya se detecta una recuperación al aumentar sus reservas para el verano en un 40% si bien bajando precios. Este dato nos ha de servir de referencia en un momento en el que parece existir en algunos destinos turísticos españoles una subida de precios, más o menos acentuada, por parte de ciertas empresas hoteleras.

Aun siendo prudentes, podemos hablar de un dinamismo y no es descabellado pensar que a ese ritmo el crecimiento de nuestra economía pueda exceder del 2,5% marcado por el Gobierno; de hecho, ya se apunta rozar el 3%. Si nuestra economía tira, los Presupuestos, sobre todo en cuanto a la recaudación tributaria, serán más creíbles. Oportunidad excepcional pues para mejorar las cosas antes de que la política monetaria del Banco Central Europeo enfile una senda de reajustes de tipos de interés, a la vista del comportamiento de la inflación, y se active el tapering como retirada de estímulos.

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