Sánchez, el secuaz de ETA

Sánchez, el secuaz de ETA

Es un secuaz de ETA, el que sigue sus caminos, el que se aviene a sus
presiones. Mirad la RAE. Es el secuaz de los más horrendos herederos de
la banda. ¿Exagerado? No. ¿Cómo llamar si no al que vota con Bildu-ETA
la persecución de policías y guardias civiles por supuestas torturas que
nunca se demostraron? ¿Cómo denominar a quien se postra de hinojos
ante Otegui, el frustrado asesino de aquel diputado ejemplar Gabriel
Cisneros o el secuestrador de Javier Rupérez para que le apruebe uno de
sus “viernes electorales”? ¿Cómo tratar al presidente de un Gobierno que
se está llevando al País Vasco a los terroristas presos para, dentro de nada,
ponerles en la calle? ¿Cómo tratar a un sujeto que desprecia
profundamente a las víctimas (Covite le ha denunciado) y vapulea a los
agentes de Seguridad? ¿Cómo referirse a quien patrocina ya
descaradamente la unión política del País Vasco y Navarra por la que tanto
mataron aquellos canallas? ¿Cómo tildar a un individuo que vota lo mismo
que el criminal Carlos Sastre, tan bendecido en su momento por ETA, que
reventó a bombazos al empresario Bultó y al alcalde Viola? Díganme:
¿cómo referirse a él? Secuaz es lo más suave, conmilitón lo menos
arriesgado.

El jueves asistimos horrorizados a una sesión en el Parlamento de Vitoria
en la que un sucesor de ETA (a lo mejor no fue un pistolero porque aún no
tenía edad) aprovechó la iniciativa del PNV ¡y del propio PSOE! para volcar
toda la basura terrorista posible sobre los mismos policías y guardias
civiles a los que su organización mató, mutiló, persiguió y amenazó
durante más de cuarenta años. Mientras ese sujeto repulsivo increpaba a
los agentes con gritos de “nazis” y otras delicadezas, el lehendakari
Urkullu, socio de fechorías de Sánchez, se cruzaba de brazos a lo Nerón, y
el Grupo Socialista permanecía impávido en sus asientos. ¿Saben por qué?
Pues porque este presidente infumable necesita de sus votos para
continuar en la Moncloa de okupa o montado en el Falcón de fiesta en fiesta acompañado de amiguetes o de las compañeras de cole de sus
hijitas privilegiadas.

Pero no se engañen: él ya es -y así pasará a la Historia- como una
pesadilla nacional equiparable a aquel Rey felón, Fernando VII, que
convirtió a España en un presidio abierto. Pero no viaja sólo en este
trayecto para volar nuestra Nación milenaria, le acompaña esa pléyade de
irregulares fiscales y académicos que copan los ministerios y ese grupo de
indigentes que le convirtieron en su jefe político. Y no únicamente este
grupo, sino los simpatizantes del PSOE que, en opinión de las ultimas
encuestas, le quieren otra vez en la Presidencia del Gobierno, y, desde
luego, los votantes socialistas que todavía ochenta años después llevan el
odio metido en el cuerpo de una guerra civil en la que todos perdimos.
Pero, además, le acompañan otros aparentemente distintos. Esto es lo
peor; están con él y con su proyecto arrabalero los tontos insignes de la
derechorra que le consideran únicamente un objetivo menor, caza conejil.
Para estos botarates que se van a subir el Peñón de Covadonga vestidos
como Don Pelayo, lo importante es terminar con la famosa “derechita
cobarde” del PP en la que militó, muy rentablemente por cierto, un gran
racimo de años su jefe Abascal.

Este Sánchez, secuaz de ETA, lo mismo se alía con los hijos de la banda
que liquidó a unos cuantos socialistas y tuvo atormentados a muchos más,
que se apropia burdamente de la opinión general del país y, con todo el
cuajo, y en su supuesto nombre, anuncia una ley de eutanasia que incluso
apoyan las Edurne y los Markel ultracatólicos del PNV, un partido que se
ha olvidado de sus orígenes teocráticos para viajar al progresismo de los
curas de la liberación. La eutanasia es la undécima trampa de la “Factoría
Redondo” para distraer al país de las miserias de Sánchez. Entre ellas ETA
y este PNV que es únicamente un PRI a la mejicana en la que solo cuenta
el interés y el dinero que de él se deriva. Los nuevos etarras y presuntos
moderados peneuvistas son los cómplices ahora de este Sánchez que
micciona sobre las tumbas de sus correligionarios asesinados, mientras se
toma potes con los humanicidas en la cafetería del Parlamento Vasco. Que
nadie se engañe, Sánchez existe porque lo quieren sus gregarios, los
socialistas que no tienen el menor pudor en asistir a la destrucción total
de España. Es estúpido creer que los Page, Lambán o Vara no sintonizan
con Sánchez; mentira, son lo mismo, les separa sólo la estrategia que aconseja a este trío manifestaciones episódicas en contra del nuevo PSOE.

Si no fuera así, ¿podría Sánchez subsistir? De ninguna forma. Están, por
decirlo coloquialmente, en su rollo; son lo mismo, en este momento
lavadores de los etarras que terminaron con Casas, Lluch, Mújica o
Carrasco. Quien a Sánchez les vota a ellos. Hace ya un par de meses que
en esta crónica coloqué este título: “Vota Sánchez, vota VOX”. O al revés,
que de las dos maneras sirve. Ahora, hoy añado: “Vota VOX, vota
Sánchez, el secuaz de ETA”. El día 28, de la mano de Sánchez puede volver
ETA. ¡Qué horror, verdad Abascal!

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