Con Sánchez, España en la UCI

Con Sánchez, España en la UCI

Ha tomado posesión Pere Aragonès como Presidente de la Generalitat en plenitud de ejercicio, después de ocho meses de hacerlo en funciones tras la inhabilitación judicial de Torra -¿se acuerdan?-, al ser condenado por desobediencia. No es este un hecho político «de ordinaria administración» o meramente protocolario porque, por desgracia, en Cataluña nada de lo que sucede en la política puede considerarse «normal» de un tiempo a esta parte; o sea, desde hace ya unos años. Concretamente, desde que en enero de 2013 su antecesor en el cargo Artur Mas compareció en el Parlament para proclamar que «Cataluña ponía rumbo de colisión con el Estado». Las verdaderas razones para ello -no invocadas pero auténticas- eran la grave crisis económica consecuencia de la que comenzó en 2008 y que se expresaba en muchas de las economías occidentales con enorme crudeza. España no fue una excepción y Cataluña la padecía con singular virulencia. Momentum para la Historia fue el acoso a los diputados al intentar acceder al Parlament para aprobar la primera Ley de Presupuestos de CIU tras haber recuperado la Generalitat seis meses antes, después de siete años de tripartito con Maragall y Montilla de presidentes. Como recordarán, Mas tuvo que acceder en helicóptero para superar el cerco de indignados que pretendía impedírselo.

Eso fue el 15 de junio de 2011, dato importante porque faltaban seis meses para que el PP, con Rajoy al frente, sustituyera a Zapatero; algo muy significativo porque demuestra que la situación social en Cataluña estaba muy crispada ya con los socialistas gobernando en La Moncloa y en la Plaza de San Jaime. Precisamente el asedio se debió a que los presupuestos que se iban a votar imponían unos duros recortes en línea con los que se estaban aplicando a nivel nacional desde que Zapatero aterrizó bruscamente en la realidad de la crisis el 12 de mayo del año anterior, seguidos después intensamente por el Gobierno del PP para evitar el amenazante rescate por la Comisión europea, como le sucedería a Portugal, Irlanda y Grecia.

Este breve recordatorio de nuestra historia reciente es necesario para contextualizar e interpretar de forma adecuada lo que sucede -y, sobre todo, lo que puede suceder- si se continúa con una determinada línea política, que es la seguida por Pedro Sánchez. Es verdad que la Historia -«maestra de la vida», según Cicerón-s no está obligada a repetirse… pero ello siempre y cuando los protagonistas del momento no reiteren las conductas de quienes les precedieron. Aragonès es el primer President de la Generalitat de ERC desde hace 90 años, sucediendo a Macià y a Companys, ambos de su mismo y actual partido. El «sis d’octubre» de 1934 se quiso emular en otra fecha de octubre, el 1-O de 2017 y, al igual que sucedió con el Gobierno del Frente Popular de la II República, el actual Frente Popular gobernante va a indultar a los responsables de cometer un auténtico golpe de Estado contra la Constitución y el Estatut sin haber mostrado ningún arrepentimiento y afirmando que «lo volverían a hacer». Las mismas conductas que nos llevaron al desastre se están replicando ahora, con la diferencia de lo sucedido desde hace 90 años a la actualidad, pero con análogos gobernantes.

Esta semana hemos vivido con Marruecos una crisis sin precedentes desde la Marcha Verde para invadir el Sáhara, aprovechando la agonía de Franco que nos colocaba en situación de debilidad. Con EEUU a su favor -al igual que entonces- algo similar ha sucedido en Ceuta, consecuencia de una errática política exterior y un Gobierno sometido a quienes no quieren desaprovechar la ocasión -privilegiada para sus intereses- de volver a intentar lo que llevan en su ADN político: la secesión de España.

Un Gobierno como el actual, con Sánchez en descenso en todos los sondeos -salvo los de Tezanos, claro-, al que Biden no encuentra tiempo para devolverle su llamada de felicitación de enero, no va a ser desaprovechado por los secesionistas, que lo mantendrá en respiración asistida mientras obtienen el máximo beneficio de él. No supimos aprovechar la ocasión histórica del Brexit para acceder a la soberanía compartida sobre Gibraltar, y Ceuta, Melilla y Cataluña están a la espera. España, en la UCI.

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