Rotundo fracaso sanchista en Extremadura
Con las elecciones extremeñas ha dado comienzo un ciclo electoral autonómico que puede significar algo más que el principio del definitivo final del sanchismo. A Extremadura le va a seguir Aragón el próximo febrero, Castilla y León en marzo y Andalucía en junio. Es una secuencia de elecciones cuyos resultados podrían situarse en la estela extremeña, que no se debe olvidar, ha sido junto a Andalucía un territorio dominado tradicionalmente por el PSOE. Y que reflejan que el sanchismo político,- como ya dijeron incluso alguno de sus socios,- es un «cadáver político», a la espera de su certificado oficial de defunción. Su «manual de resistencia» se ha convertido en un simple y patético «manual de bunkerización» en el poder, rodeado de casos de corrupción y de acoso sexual, además de carecer de presupuestos y de mayoría parlamentaria.
Si a este catálogo de «éxitos» se le une la estrepitosa derrota extremeña, el final del sanchismo puede conllevar también el final del PSOE socialdemócrata felipista, ya convertido en un virtual PS: Partido Sanchista. En cuanto al resultado extremeño hay diversas lecturas del mismo, sin perjuicio de dos evidencias flagrantes como son la clara victoria del PP y la estrepitosa derrota socialista.
Pero junto a ello, es evidente que un objetivo de María Guardiola al convocar elecciones anticipadas no lo ha conseguido, ya que para gobernar deberá pactar con Vox, cuando evitarlo era motivo aducido al convocar las elecciones. Y ahora, además deberá hacerlo con un Vox fortalecido que ha obtenido un 17% de voto y 11 escaños, que es una notable subida respecto a su anterior resultado. El debate subsiguiente a este resultado, es el que deben afrontar el PP y Vox respecto a su relación política mutua. En Extremadura, ambos juntos alcanzan un 60% del voto total en la región, lo que era inimaginable desde 1978, pero pese a ello todavía no han conseguido un marco claro de relación y colaboración entre ambos. Que parece sometida a la permanente descalificación del sanchismo hacia la «ultraderecha», que ha obtenido un notable incremento en votos y diputados, estando mucho más cerca del PSOE (18 diputados) de lo que éste se encuentra respecto del PP (29 diputados).
La disputa entre ambas formaciones por el liderazgo frente al sanchismo carece de sentido por los resultados. Y porque todavía hoy el adversario político a batir definitivamente, sigue enrocado en la Moncloa. Convertido por Sánchez cual búnker a prueba de las bombas de corrupción y de elecciones que le acechan.
En definitiva, se trata de normalizar una relación sin complejos políticos, impuestos por quienes deciden en la dictadura de lo «políticamente correcto» sin legitimidad democrática ninguna para ello. Y que al parecer, consideran muy «correcto» pactar con formaciones sucesoras políticas del terrorismo como Bildu; con comunistas, que es una ideología condenada por el Parlamento Europeo junto al nazismo como responsable de las mayores atrocidades en Europa, y con secesionistas. Condenados por el Tribunal Supremo por un golpe de Estado contra el fundamento de la Constitución, e indultados y amnistiados en una infame compraventa de votos para seguir en la Moncloa.
Esa infame coalición que conforma el sanchismo, se considera legitimada para descalificar a un partido que no goza de ninguno de esos tan «correctos» como acreditados méritos democráticos. El balance de esta situación es que un triunfo del PP tan rotundo como lo es el fracaso sanchista queda empañado por la incorrección de pactar con la «ultraderecha». Esa «incorrección ultraderechista» consiste en no aceptar someterse a los dogmas dictados por esos dictadores relativistas, y en especial la ideología de género, los relativos al cambio climático y el feminismo radical e inclusivo.
Del fracaso extremeño sanchista, baste decir que en una tierra donde su mayoría ha perdurado durante décadas, ahora ha convertido al PSOE en tercera fuerza en Badajoz, la ciudad más poblada de la región, y superada por la «ultraderecha». La herencia política de Juan Carlos Rodríguez Ibarra y del recientemente fallecido Guillermo Fernández Vara ha sido desmantelada por Miguel Ángel Gallardo, gran acólito de Sánchez. Ahora le toca el turno a Pilar Alegría, a la espera de hacer lo propio con la herencia de Javier Lambán en Aragón.