Rey: permanencia de España y valores
Podría, sin duda, haber realizado determinadas denuncias contra la corrupción porque es un asunto que preocupa a una inmensa mayoría de ciudadanos, es decir, que andan preocupados o muy preocupados porque esos desalmados les roban el dinero que el Gobierno les incauta a título de impuestos. Cada día más impuestos; cada hora más robo y malversación.
¿Por qué Felipe VI, siempre tan atento a cualquier sarpullido social, no utilizó esa palabra ni una sola vez? La respuesta es tan obvia que se responde por sí sola: su discurso a las familias españolas del 24D (Nochebuena) pasa antes por las cavernas monclovitas. Aún así, más noticiable que el discurso real por sí mismo, han sido las reacciones provocadas por el mensaje. Los añejos comunistas de distinto cuño (ahí tienen al bueno de Echenique intentando mantenerse como un colosal odiador hombrecito a base de paqueiradas acerca del titular de la Corona), que todos juntos apenas logran superar el 6 por ciento de los votos, hablando (precisamente ellos) de caducidad y caverna. Todo el mundo sabe que veneran más a fascistas genocidas como los Maduro, Castro, Ortega, Petro… que a un monarca constitucional que clama por las libertades y la democracia liberal, sistema que ha demostrado en infinidad de ocasiones históricas ser muy superior al colectivismo comunista y sus métodos liberticidas y represores.
Felipe VI, con un rol institucional y constitucional nada fácil teniendo en cuenta quién es su primer ministro y su enemigo más cercano, viene a reivindicar la existencia y permanencia de la gran nación española y al mismo tiempo una serie de valores necesarios en pleno siglo XXI para que se cumpla la primera. ¿Qué hay de extraño? Comprendo la desazón de sus enemigos declarados y, sobre todo, los que blanden daga y permanecen entre sombras, porque en el año que agoniza, el Monarca ha asentado su corona por la voluntad expresada de su pueblo en las calles de Paiporta y en el ejercicio continuado de su magistratura sin poder ejecutivo.
¿Se imaginan a esos vociferantes secesionistas, a los populistas neocomunistas sobre proyectos fracasados por la Historia, compitiendo en la actualidad por el favor de los pueblos de España? ¿Se lo imaginan? Pregunten a los ciudadanos si prefieren tener como jefe de Estado a Felipe VI o a Zapatero, Sánchez o Patxi López –por citar a tres detentadores del poder en estos momentos–. O, ¿quizá a Juanita Belarra o doña Montero?
Nación, país, y valores.
¡Que pasen y coman!