¿Y una renta básica universal para Cataluña y el País Vasco?
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O, ya directamente, para votantes de sus partidos secesionistas o para constitucionalistas laxos como los del PSC. Sánchez, el tipo que descubrió que «los chicos malos van a todas partes», que no tener escrúpulos en la política le convertía en ganador, algo tendrá que dar a la banda de necrófagos que le mantiene en el poder. Y los de aquí ya salivan con el voto imprescindible de Puigdemont y los suyos. Llegan grititos de las colinas que podrían confundirse con las risitas de ciertos adorables animalillos. Se ha oído ya a Artur Mas, ex presidente de la Generalitat, recomendar a Carles Puigdemont que no se distraiga y pida quartos. No con estas palabras, sino con perífrasis como «ser más exigente que intransigente» si le piden negociar una posible investidura. Lo justo para sacar tajada y no pasarse, evitando una repetición electoral tras los resultados del 23 de julio. Y, como es general en las sabanas indepes, hacerlo tos juntos, en una «estrategia conjunta» con ERC. Lo dijo el lunes en una entrevista en Catalunya Radio. Que el PSOE y Sumar deben entender que si no quieren abordar la solución a ese «conflicto político» -que ellos mismos se encargan de provocar (los clásicos bomberos pirómanos)-, la negociación por parte de los partidos independentistas «no será nada fácil».
Y ya avanzan por ese lado. ERC presentó una oferta a Junts para negociar Junts la investidura. Y, cual esclavos romanos, espartacos de barretina, piden un referéndum para «acabar con la represión», el traspaso integral de Cercanías y el fin del déficit fiscal como ejes de la negociación con el PSOE. Todo en una carta que firma la mayoría de la cúpula de ERC (personajes como Oriol Junqueras, Pedro Aragonés, Gabriel Rufián, Marta Rovira, Marta Vilalta o Teresa Jordà). Y no sólo Artur Mas habla de «sumar esfuerzos» con los «14 votos independentistas». Otegi también «trabaja» para allanar el camino a la negociación con Puigdemont y le pide «responsabilidad». Yo, es que estoy emocionada. El líder de Bildu, el 25 de octubre de 2019, firmó en la Lonja de Mar, en Barcelona, la «unión» de todos los partidos independentistas, catalanes, vascos, gallegos y mallorquines para desmembrar el país cuando, en unas Cortes fragmentadas, pudieran marcarle un pulso al Estado. ¡Ya las tienen!
Ahora se trata de pedir y que pague «España». Que nos condonen la deuda y lo que sea, que se nos va más dinero en fantasías que en ideas productivas. Si no, vean: el actual Govern de la Generalitat le da vueltas a la cabeza a algo que les parece la bomba. Cierto que no es nuevo, está un poco pasado y en países como Finlandia lo desecharon tiempo ha. Me refiero a la renta básica universal, que será una de las medidas estrella de la temporada cuando pase la fase de estudio. Aragonés acaricia implementar una prueba piloto que consistiría en regalar 800 euros por adulto y 300 euros por menor de edad a 5.000 personas a lo largo de dos años a cambio de nada. Un sueño. Y como no puede presentarlo en Madrid, de momento, lo ha hecho en la Universidad Mohamed V de Rabat. Sí, en Marruecos. Este país que tantas pateras nos envía y donde Sánchez y acompañantes se van felizmente de vacaciones.
Ignoro de dónde saldría el dinero en la fase «universal». Porque los estudios más serios dicen que si se eliminaran todo tipo de ayudas, incluyendo las pensiones, el montante sería de 294,31 euros mensuales, y de sólo 78,25 si las pensiones no se tocasen. Como siempre, no se sabe de dónde salen los números. Pero podrían probarlo ahora con Sánchez que vuelve a rebajar el país a precio de saldo.