Reclutar líderes para salir de esta ¿misión imposible?
Circula estos días por la corte una loable iniciativa que pretende señalar a los mejores líderes de la España presente. Bajo el sugerente nombre de equipopais.org, se está desarrollando un “proceso colaborativo” para encontrar a los mejores líderes. Varias empresas y entidades se han sumado a la búsqueda para lograr “Un equipo sin ideología, al servicio de la sociedad y de los diferentes partidos, formado por personas que hayan demostrado su excelencia en la gestión, su capacidad de liderazgo y sus valores”.
La iniciativa me parece muy loable, pero le auguro muy pocas perspectivas de éxito. Como mucho, lograrán poner en evidencia (más en evidencia si cabe) a los políticos en su bunquerización frente a la sociedad civil española. Y es que en España tenemos un modelo que se llama partitocracia y que está blindado en la Constitución. Y aunque en los partidos la “estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos” (Artículo 6), y nadie puede negar que ha habido una democratización progresiva, la realidad práctica es que podría venir el ser más excepcional, que sin cierto dominio en el partido tendría muy pocas posibilidades de lograr nada. Y es que la decepción popular ha sido tan grande que la participación en las primarias suele ser muy pequeña y todo funciona jerárquicamente por clanes y dependencias, de modo que la llegada de un gran líder de la sociedad civil a la política resulta casi imposible.
En este haz de relaciones que permiten abrirse camino en el partido, es muy importante tener una cualidad de la que suelen carecer los buenos líderes: hay que ser dependiente económicamente. Esa es la única forma de que un miembro del partido sea promovido en la “estructura interna” del mismo. Tal vez esta situación tiene su explicación histórica: la caída de UCD se produjo porque aquella loada generación de la transición estaba plagada de “barones” independientes económicamente. Y eso al parecer dificultaba la gobernabilidad del partido, y fue pronto rechazado. Ocasionalmente, los diferentes gobiernos han fichado a líderes sin partido para cargos puntuales. Pero su incidencia política ha sido casi nula. Y en los tiempos recientes el asunto ha ido a peor: Pablo Casado ganó la primarias del PP alegando el valor de la vida dependiente en el partido frente a la política del “club de enarcas” altos funcionarios (que perdieron por no comulgar con las ideas de la base, no por su cualificación), Vox suprimió las primarias y reivindica el valor de levantar una start-up política como cualificación necesaria, el PSOE ha reducido el peso de las baronías en la era Sánchez y Podemos se dejó los afanes regeneradores en la puerta del sol.
A esta situación se le llama “picadora de carne”: todos somos humanos, y en política hemos alcanzado un nivel de puritanismo tal que siempre se puede triturar la fama de cualquiera con cualquier error de su pasado. Y dado que son poquísimos los profesionales de cierto nivel dispuestos a arriesgarse a pasar por esto, la partitocracia tiende a expulsar a los mejores líderes.
Así las cosas, me atrevo a pronosticar que el “equipo país” será designado pero no reclutado. Para ello haría falta antes limitar el poder de los partidos. Sólo si España afrontar esa tarea habrá alguna esperanza de que se logre reclutar a los mejores. Mientras sigamos en la partitocracia nuestra democracia seguirá degenerando.