Que aprovechen los diez minutos para llamarle a la cara «sinvergüenza»

Es cierto que el PP ha logrado que Pedro Sánchez acepte incorporar sus exigencias en el orden del día de la Conferencia de Presidentes de este próximo viernes en Barcelona, pero dado que cada jefe de Gobierno autonómico contará sólo con 10 minutos de intervención -el presidente es el único que dispondrá de tiempo suficiente-, aquello se convertirá en un monólogo que impedirá el desarrollo del más mínimo debate. En estas circunstancias la pregunta que cabe hacerse es si los barones del PP tienen que aceptar este trágala.
Es verdad que la figura del jefe del Estado, presente en la Ciudad Condal, obliga a ser prudente y a cuidar las formas por respeto institucional, pero teniendo en cuenta que el primero que falta al respeto institucional es Pedro Sánchez tal vez lo más lógico sería no prestarse a la maniobra del Ejecutivo. O sea, ir por respeto al jefe del Estado y denunciar públicamente la encerrona.
Que en diez minutos los barones tengan que exponer sus argumentos sobre 16 temas es, sencillamente, una tomadura de pelo. Porque aunque el PP haya logrado que Sánchez respete, aunque le ha costado, el Reglamento y acepte incorporar los asuntos reclamados por la mayoría de las Comunidades autónomas, lo cierto es que el formato diseñado por el Ejecutivo deja sin efecto cualquier posibilidad de profundizar mínimamente en ningún tema, convirtiendo la reunión en estéril.
No nos engañemos: Sánchez ha convocado la conferencia porque le interesa en unos momentos en los que los escándalos de corrupción rodean a su partido y a su familia. Como pura maniobra de distracción. Como cortina de humo. Tal vez ha llegado el momento de hacerse respetar sobre el terreno -en la conferencia misma- y decirle a la cara a Pedro Sánchez que eso no es democracia, sino el plan de fuga de un autócrata con ínfulas de tirano. Y para eso no hacen falta diez minutos.