Un puñado de jueces, baluarte del Derecho
«En realidad somos mayoría los jueces y fiscales que nos ponemos la toga pensando únicamente en aplicar la ley con criterios objetivos, profesionales, independientes y justos…», afirma al columnista uno de los magistrados más reputados de España. «Otra cosa es que escasos portavoces de alguna pretendida asociación ‘progre’ trate de hacer llegar a la opinión pública (antes en la publicada) una idea distinta. Lo más curioso de esos casos es que tienen amplia acogida en determinados medios de comunicación (zurdos) cuando profesionalmente son poca cosa».
Al día de hoy, enfrentado el Poder Judicial (no todos, aunque sí la inmensa mayoría) al Poder Ejecutivo, que a su vez controla el Legislativo tras muchas genuflexiones y entregas, es una garantía para que la democracia no se vaya por el sumidero. Me pedirá el lector nombres. Son ampliamente conocidos y respetados también por una inmensa mayoría de ciudadanos, a la vez que vituperados, insultados, calumniados e injuriados por determinados grupitos de intereses bastardos, ya sea en su esfuerzo por mantenerse en el poder o bien porque no logran salir de sus ensueños equinociales. Preferirían la justicia de Maduro y las actas electorales de Delcy, la verdugo y represora de las maletas repletas.
Pablo Llarena, Manuel Marchena, Juan Carlos Peinado, Manuel García-Castellón y un largo etcétera, unos en el Tribunal Supremo, otros en instancias inferiores pero siempre en defensa de la legalidad y la Justicia, la decana de Madrid, María Jesús del Barco, la palentina con toga, sentido común y muchos conocimientos. Se han dado clamorosos casos de travestismo en la interpretación de las leyes… Pudiera ser el caso, sin ir más lejos, de Marlaska (con K y orígenes familiares burgaleses) que algún día no lejano (cuando le abandone la poltrona ministerial) tendrá que explicar si compensa negarse a sí mismo después de haber sido un pelotilla indecente, otrora revoloteando en busca de oropel por las faldas de Mariano Rajoy y su malograda hermana Mercedes.
No quiero hacer ni siquiera un ejercicio de simulación de que sería de este país sin haber podido contar con hombres y mujeres buenas, justas y preparadas. Por eso, los insultos que reciben casi a diario por parte de golpistas y fascistas/neocomunistas les tienen que sonar a música celestial.
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