El problema no es Rajoy

Rajoy-PP
Mariano Rajoy. (Foto: AFP)

Mi disco duro no borrará jamás el momento en el que uno de los más grandes tipos con los que me he topado en la vida, Juan Antonio Samaranch, me confesó cuál había sido su fórmula magistral para continuar en el mundo del deporte sin molestar tras abandonar ese Vaticano del Deporte que es el COI: «Cuando quieren algo, me llaman y ahí me tienen. Y, mientras tanto, me aparto para no estorbar». El inmortal barcelonés no quería ejercer ni voluntaria ni involuntariamente ese imposible rol de ex. Algo que con su gracejo habitual Felipe González definió mejor que nadie: «Los ex presidentes son como jarrones chinos en apartamentos pequeños. Todos les suponen un gran valor pero nadie sabe dónde ponerlos y, en el fondo, todos esperan que un niño les dé un codazo y los rompa».

Entiendo que deambular por la vida de ex primer ministro de España debe ser un doble marrón: no tienes un estatus definido, con lo cual no sabes qué hacer y qué no hacer (cosas de la chapuza patria), y encima padeces ad aeternum la fase postraumática del implacable síndrome de La Moncloa. ¿Se han percatado de que todos los presidentes salieron por la puerta de atrás de Palacio lo hicieran bien, regular, mal o peor? Fue el caso del hombre que nos condujo a la democracia, el gigantesco Adolfo Suárez, el del personaje que universalizó la Sanidad y la Educación, Felipe González, el del que más alto llegó en el terreno económico, José María Aznar, y el del que para mí es el mejor presidente en términos democráticos (se cree esto de la democracia) pero el peor de largo desde el punto de vista práctico, José Luis Rodríguez Zapatero. Quizá el único que pudo vivir a su aire sin estar permanentemente en medio de la bronca partidista y guerracivilista fue el mejor preparado de los cinco: ese sabio entre los sabios que era Leopoldo Calvo-Sotelo. Tal vez porque su etapa se redujo a poco más de 20 meses y ejerció de puente entre el moribundo ucedismo y el arrollador felipismo.

José María Aznar fue un excelente presidente. España llegó a crecer al 5% anual en ocho años mágicos en los que se crearon, ahí es nada, 4,9 millones de puestos de trabajo. Un hito que nunca nadie ha conseguido en estos 40 años de bendita democracia. El problema, su problema, es que dejó el poder peor que nadie pese a haberlo hecho mejor que nadie. La maldita guerra de Irak, en la que, por cierto, jamás estuvimos, le amargó sus días finales. Los atentados del 11-M y su errática gestión de los momentos más oscuros de nuestro pasado reciente le pasaron una injusta factura. El resto es sobradamente conocido.

Pero el mejor Aznar se está desvaneciendo en las últimas semanas coincidiendo con la publicación en OKDIARIO de sus contenciosos fiscales. Y es aquí donde surge el peor Aznar. Ése que habla por la herida. Ése que critica por tierra, mar y aire, mañana, tarde y noche a Mariano Rajoy… con razón o sin ella. Un Mariano Rajoy que no fue elegido en Primarias, ni siquiera en un Congreso (formalmente, sí, realmente, no) sino apuntado por el dedo divino presidencial. Con lo cual de los 6.000 millones de habitantes que pueblan el planeta tierra el menos indicado para poner a caer de un burro o a parir a Rajoy es justamente nuestro protagonista.

Tan cierto es que el actual inquilino de Moncloa empezó mal la legislatura abjurando de los principios más elementales del PP en materia fiscal y antiterrorista como que ha llegado al sprint final sobrado y cumpliendo esos viejos preceptos populares de que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos que en el del ministro de Hacienda de turno y que con ETA ni se pacta, ni se habla, ni se coquetea. A ETA se la encarcela. Y punto. Buen ejemplo de cuanto digo es que el socio de Podemos, el malnacido de Arnaldo Otegi, ha cumplido íntegra la condena que se le impuso por pertenencia a banda armada.

Flaco favor le hace José María Aznar al partido que él elevó de la impotencia permanente a la realidad del poder. Alianza Popular era como la selección española de Kubala, Santamaría y cía: jugaban como nunca y perdían como siempre. O, como decía aquél, tan bueno era mi gato que no cazaba ratones. Su papel, pues, en el desarrollo del centroderecha español moderno es esencial. El PP no se puede entender sin él. El hombre del bigote es a la democracia lo que Cánovas a la restauración. Pero con tanta invectiva está contribuyendo a cargarse el invento.

Su conferencia en el Colegio de Economistas de Madrid fue de una deslealtad supina. Menos de 48 horas  después de conocerse que la pella del Estado superaba por primera vez en un siglo el 100% del PIB, el presidente Aznar se despachaba con un speech en el que entre otras lindezas subrayaba: «Cualquier país que tenga una deuda superior al 100% entra en una espiral de problemas de todo orden de la que es extremadamente difícil salir». Quizá porque no es economista o tal vez porque le ciega el odio a Mariano, quién sabe si por las dos cosas, lo cierto es que olvidó aquello de que uno está muy mal pero dependiendo de con quién se le compare. Tan cierto es que el Reino de España superó durante unas semanas ese pernicioso umbral (ahora hemos vuelto a situarnos por debajo) como que los todopoderosos Estados Unidos de Obama están en el 104% de deuda sobre el PIB, Irlanda en el 93%, Francia en el 95%, Bélgica en el 106%, Portugal en el 129%, Italia en el 132% y el espejo en el que se mira Podemos, la Grecia de Syriza, en la salvajada del 176%. Reino Unido no anda muy allá (89%) y sólo Alemania (70%) y Holanda (60%) pueden jactarse de no haberse apalancado más de la cuenta. Si cruzamos el charco o los charcos, observamos que la en tantos aspectos ejemplar Canadá está en el 91% y que el antaño segundo gran motor económico mundial, Japón, está en el ¡¡¡249%!!! Y que yo sepa ningún economista da como hecho cierto que el imperio del sol naciente se vaya a ir inexorablemente al carajo. ¿Qué diría JMA si fuéramos Japón?

La siguiente pulla de Aznar a su sucesor no ha tardado ni 15 días en llegar. Tuvo lugar en el Instituto Atlántico de Gobierno, entidad académica que preside. Esta vez no fueron reproches acerbos sino directamente puñaladas. Vino a decir que el pontevedrés de Santiago se tendrá que volver al Registro de Santa Pola tras las elecciones que va a ganar para facilitar un acuerdo entre los partidos «democráticos» (en acertada alusión a PSOE y Ciudadanos). «Todos tenemos la obligación de contribuir con los sacrificios personales que sean necesarios en cada momento», apuntilló. ¿Qué hubiera dicho él mismo si tras perder el 6 de junio de 1993 las elecciones que tenía ganadas Manuel Fraga hubiera salido al quite para pedir su cabeza? ¿A que no le hubiera hecho ninguna gracia? ¿A que le hubiera parecido una traición? En la vida, cuando uno va a dar un paso dudosamente moral, no está de más pensar cómo nos sentiríamos si fuéramos el destinatario.

El presidente de honor del PP ha dado una vuelta de tuerca a una costumbre que dura ya toda la legislatura. Conviene no olvidar que en enero de 2015, cuando restaban menos de cuatro meses para las municipales, se despachó con un discurso tremebundo contra la cúpula. Discurso que no fue más duro porque en él, como es habitual en el educadísimo Aznar, no había insultos ni descalificaciones personales. «¿Dónde está el PP?, ¿quiere el PP ganar las elecciones?», se preguntaba en voz alta en una disertación que no pudo ser ni más dura, ni más elocuente, ni más inoportuna. No estaría de más que recordase una de las mil y una frases geniales de Churchill: «A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada».

José María Aznar y todos los que le rodean han de recordar un pequeño gran detalle. Mariano Rajoy gustará más o menos pero es el que hay. Con él el Partido Popular ha de intentar no sólo revalidar la victoria del 20-D sino incrementarla. Lo queramos o no es el único que puede hacer frente a esas hordas podemitas que no quieren conquistar el poder sino quedarse con él para hacer de la mejor España en 500 años de historia una suerte de Venezuela bolivariana pero en pleno corazón de Europa (que esto último es lo que más cachondos les pone). El que para mí ha sido el mejor presidente de la democracia debería reparar en que el debate ahora no es «Mariano es bueno-Mariano es malo» sino «Mariano o Pablo». Así de claro. Y entre el registrador de la Propiedad y el titular de la cuenta en el paraíso fiscal de las Islas Granadinas el debate debe estar clarinete para cualquier demócrata que se precie. Como dicen en los pueblos, «con estos bueyes hemos de arar». Y, entre pulla y pulla, el presidente Aznar debería aprender y aprehender de grandes personajes de la historia que se convirtieron en superlativos por facilitar la tarea del que llegó después a tirar del carro. Aún recuerdo aquel 14 de mayo de 1977 en el que Don Juan renunció a los derechos sucesorios en favor de su hijo, Don Juan Carlos, con el que las relaciones eran manifestísimamente mejorables. «Majestad, sobre todo, España», le espetó antes de gritar «¡viva el Rey!» e inclinar su regia testa.

Termino por donde empecé. Por Juan Antonio Samaranch. Un auténtico caballero con un sentido de Estado y de la responsabilidad gulliveriano. Sus relaciones con su heredero, el cirujano belga Jacques Rogge, eran inempeorables pero de su boca jamás salió una sola mala palabra hacia él. En público todo eran elogios. Y jamás conspiró para derrocarlo. Por mucho que no le gustasen las decisiones, que muchas no le gustaban un pelo, las respetó y echó una mano siempre que se le requirió. Y Rogge siempre le dispensó un trato preferencial cual rey padre. Aznar no puede ni debe olvidar que cuando un rey lega inmediatamente se pone a las órdenes del legatario. Parafraseando a Antonio Cánovas del Castillo, el centroderecha español ha de estar en estos momentos con Rajoy… con razón o sin ella. La cosa es muy sencilla: o Mariano o Pablo. Y, en el mientras tanto, el rey padre Aznar debería ser consciente de que cada embestida al gallego es en realidad una embestida a su mito y a ese hijo suyo que es el PP. A quien más daño hacen estos aguijones de Aznar es a… Aznar.

Lo último en Opinión

Últimas noticias