Presidenta Begoña Gómez

Begoña Gómez
  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

Pedro Sánchez es el primer presidente de la democracia española salido de una moción de censura. Es el primero en gobernar en coalición y el primero con comunistas en el Consejo de Ministros. Es también el primero en ostentar el cargo sin ganar las elecciones, gracias al pago que hizo por los siete votos que le faltaban: amnistía para los golpistas y reforma del Código Penal a su antojo. Es el primero al que la Junta Electoral Central condenó por violar la neutralidad en campaña, el primero en tener al fiscal general del Estado imputado por filtrar secretos para perjudicar a un adversario político, el primero que abrió La Moncloa a los albaceas de ETA y el primero que puede presumir de tener a su mujer y su hermano imputados por nueve delitos de corrupción (imaginen que sólo esto último les hubiera pasado a Rajoy o Aznar).

Su mujer, Begoña Gómez, también posee récords importantes. Es la primera y única persona en ostentar una cátedra extraordinaria de la Complutense sin ser licenciada. La primera y única mujer de un presidente que ha disfrutado de una asesora contratada por La Moncloa para dirigirse a empresas pidiéndoles fondos con los que sostener los proyectos de la cátedra de su jefa. Y, tras ello, la primera y única primera dama imputada por hasta cuatro delitos: corrupción en los negocios, tráfico de influencias, apropiación indebida e intrusismo profesional.

Pedro y Begoña tienen un problema porque ella está investigada «por todos los actos, conductas y comportamientos» que tuvo «desde que su esposo es presidente del Gobierno» Y no será porque los dos no vieran venir el peligro. Nada más llegar a La Moncloa, Begoña Gómez comentó a la periodista Paloma Barrientos, y así está publicado en Vanitatis, que aparcaría su carrera profesional y se dedicaría únicamente a asuntos «solidarios» para no entrar en colisión con la responsabilidad de su marido al frente del Gobierno. Días después, el diario progubernamental El País, informa de que la mujer de Sánchez estaba reflexionando «sobre su actividad profesional, que probablemente abandone para evitar cualquier tipo de conflicto de intereses».

Hizo todo lo contrario. Pasó a experimentar que podía llamar a las puertas de grandes empresas reguladas por el Gobierno (Telefónica, Indra, Google) y que éstas se abrían desinteresadamente a sus proyectos. Se sintió empoderada para recomendar por carta a su socio en la adjudicación de contratos públicos del Gobierno. Consideró normal recibir a rectores y profesores de su máster en La Moncloa, convertida en lugar de trabajo, cuyas instalaciones y medios audiovisuales usaba para vender a las empresas las bondades del software por el que está imputada. Disfrutó siendo presentada como «directora de cátedra» en eventos internacionales impulsados por el Ejecutivo de su marido. Y está por demostrarse si llegó a interceder en el rescate público de una aerolínea privada con cuyo propietario tenía intereses comunes, tal y como asegura un consultor a sueldo de la compañía en una llamada cazada por la UCO.

Que Begoña Gómez, como hoy desvela Luz Sela en OKDIARIO, acabara usando el despacho del presidente del Gobierno para la promoción de sus proyectos particulares corona las ínfulas de una pareja donde nuestro aspirante a César prefirió desoír su sentencia más famosa: «Mi esposa no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo».

Comenzaron cogiendo el Falcón para ir a un concierto de The Killers en Castellón y acabaron compartiendo el despacho en el que esa mayoría cosida con todos los enemigos de la España constitucional colocó al líder del PSOE. Y es así como, aunque felizmente casados en separación de bienes para lo que es suyo, disfrutan en régimen de gananciales de lo que no les pertenece. Al menos el uso del despacho es lo que permite a Begoña sentirse La Presidenta. Quizá lo único en toda esta historia que no es un fraude.

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