PP, Vox y ‘el efecto coliflor’

PP, Vox y ‘el efecto coliflor’
PP, Vox y ‘el efecto coliflor’

Cuando tus hijos odian los guisantes, puedes dar un puñetazo en la mesa y decir aquello de que hasta que no se los acaben no se levantan de la mesa. Con este complicado método, de profunda carga psicológica, algunos aprendimos a comer de casi todo y hoy, en mi caso, disfruto con los sesos a la romana, me como las huevas del pescado y hasta me emociono con un buen plato de acelgas.

Pero eso del ordeno y mando ahora está proscrito y te arriesgas a ser denunciado por Infancia Libre; así que es mejor negociar, dar una alternativa, pero no de macarrones con tomate, pues los guisantes se quedarían en la cazuela. Hay que ofrecer algo que pueda gustar menos y que, si lo escogen, tampoco nos importe; por ejemplo, la coliflor. Rápidamente (aunque hay gustos para todos) se resignarán a comer los guisantes.

También en la vida política se da este efecto, el efecto coliflor: aquel por el que algo que no entraba en nuestro cálculo, hoy ya lo consideramos y hasta nos empieza a gustar, gracias a la presencia de un tercer elemento. El CIS y las elecciones andaluzas nos dan un ejemplo de ello. El CIS solía investigar el rechazo a los partidos para lo que el encuestado tenía que responder, en una escala de 0 a 10, sobre su posibilidad de voto a otros, sabiendo que el 0 significaba que ‘con toda seguridad, no le votaría nunca’. Pues bien, cuando se preguntaba sobre el PP, casi el 61% de los encuestados ponía un 0 en 2015; es decir, ese porcentaje estaba seguro de que jamás de los jamases votaría al PP. Cinco años más tarde, en el barómetro de enero de 2020 (último que mostró ese dato) el rechazo había bajado al 42,2%.

Dejemos al CIS y vayamos al bar donde toma usted sus cañas o a su última cena de navidad, ¿cuántas personas conoce que iban de progres o moderadas, abominaban del PP y, ahora, contemplan esa opción? Yo conozco unas cuantas. Y las elecciones andaluzas lo certifican. ¿Qué ha pasado en este tiempo? ¿Por qué hay más electores que ya no vetan al PP? Alguno dirá que es por méritos propios, pero me temo que otras dos razones han tenido más peso. La primera es, precisamente, el efecto coliflor causado por la aparición de Vox, que ha provocado un cambio de actitud hacia los de la gaviota por parte de la izquierda y sus satélites mediáticos, que han dejado de llamarles fachas para decírselo a los de Abascal.

Tanto ha cambiado la progresía que, como hemos visto en Andalucía, hasta se alegra de que el PP haya tenido mayoría absoluta. ¿Se alegrarían de ello si no existiese Vox? ¿Se nos estará la izquierda volviendo un poco más tolerante, aunque solo sea con el PP, gracias a Vox? Con ese cambio de actitud por parte de la izquierda, aquellos que votan por criterios geométricos, los ultracentristas que se sitúan en medio de lo que sea, sea lo que sea, ya encuentran en el PP una opción apetecible. ¿Se ha vuelto el votante mediano (que no es el que está en el centro, sino el que deja el mismo número de electores a izquierda y derecha) menos reacio hacia las políticas liberales y conservadoras, gracias a Vox? Aunque puede que, en su afán de  gustar a todo el mundo, se presenten los guisantes enlatados o tan sosos que la coliflor vaya ganando adeptos. Así lo constata su crecimiento en los últimos procesos electorales y el CIS, en las únicas veces que ha publicado datos de rechazo a Vox, que muestran un descenso de los que nunca les votarían (del 71,1% en 2019 al 62,1 en 2020).

Y la segunda razón que empuja a ver de otro modo, tanto a los populares como a los de Vox, es la desastrosa gestión del Gobierno Frankenstein. Las «cosas chulísimas» que hace la izquierda happy con sueldo público han despertado a muchos de su letargo socialdemócrata. Y es que, guisantes o coliflor, siempre serán mejor a que, como decíamos a los niños, venga el coco… o Frankenstein.

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