El PP, ¿un partido antisistema?
El pasado domingo, el portavoz del PSOE en el Senado, Ander Gil, se atrevió a calificar al PP de “partido antisistema” porque “se niega a echar una mano para que este país salga adelante” (con referencia a los Presupuestos) “y termina bloqueando aquellas instituciones que son fundamentales» (al Poder judicial).
Para valorar la magnitud de la acusación, hay que considerar que el PP últimamente se ha convertido en un partido sin ideología que usa la etiqueta constitucionalista como si eso pudiera definirle. En lugar de aclarar el tipo de constitucionalismo al que aspira representar (¿una posición liberal-conservadora-democristiana dentro de la Constitución?), únicamente reivindica la vigencia de un sistema, sin caer en la cuenta de que eso equivale a reivindicar las políticas socialistas, pues este sistema lo ha ido interpretando y aplicando a su manera el PSOE. Así por ejemplo, en el asunto del Poder Judicial, el PSOE forzó la Constitución hasta retorcerla, hizo saltar por los aires la separación del poder político y el judicial, y ha llegado a hacer creer que eso es lo que la Constitución exige (con la adhesión cómplice del PP en sus años de Gobierno).
La acusación de Gil coloca al PP en una posición muy incómoda de la que debe salir sin miedo y con claridad: el PP no es el constitucionalismo (que al fin y al cabo comparten desde el PSOE hasta el PNV) sino una forma identificable de constitucionalismo, seguramente más fiel a la letra y el espíritu de la Constitución que las manipulaciones de la carta magna realizadas por el PSOE estos años. Si el PP no aclara que, dentro de la Constitución, piensa diferente sobre el poder judicial, la coordinación autonómica, la libertad de enseñanza, o incluso el régimen de la familia y la vida (que Casado decía que iba a defender sin miedo ni complejos), quedará a merced del significado que quiera darle el PSOE al significante semivacío “constitucionalista”.
Y es que la estrategia socialista es hipócrita de todo punto. Acusar al PP de antisistema cuando se Gobierna con un partido revisionista de la transición, requiere tener mucho cuajo. Si a ello sumamos que dicho Gobierno salió con el apoyo de nacionalistas e independentistas, posiciones todas legítimas pero todas antisistema, habría que preguntarse quién es más antisistema. Relacionado con esto, el tema de los presupuestos. Se preteden que todos aparquen sus diferencias, menos Podemos. ¿Acaso no habría que empezar por aparcar las diferencias entre el bloque dinástico PP-Cs- PSOE y las pretensiones revolucionarias de UP?. Pretender que el PP apoye los presupuestos de Podemos es absurdo. Pero la capacidad de construir el relato de que el gobierno progresista es la plena vigencia del sistema, y el PP lo antisistema, resulta una jugada maestra.
Finalmente, ya va siendo hora de que la gente comprenda que la Constitución no es la Biblia. Frente a la acusación de antisistema, habría que contestar que sí, que se cree en sistemas mejores, con una separación de poderes más nítida, con mayor vinculación representante- representado, con un régimen territorial diferente, o mayores cotas de libertad (de enseñanza, por ejemplo), al igual que el PSOE se confiesa por ejemplo republicano. Pero que, pese a ello, se acata el consenso. El PP puede y debe reivindicar su condición de constitucionalista con matices diferentes al PSOE, si. Pero también puede y debe formular su alternativa al sistema. Callar como tontos será la garantía de que el PSOE aherrojará al PP años y años bajo los significados que quiera dar a cualquier significante vacío que quiera utilizar, como por ejemplo “antisistema”.
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