Con perdón, «zorra» tu madre

Con perdón, «zorra» tu madre

El 17 de enero de 2014 fue el día en que Pablo Iglesias y toda su pandilla de amigotes, a los que se ha ido cargando uno tras otro, fundaron Podemos aprovechándose de todo el movimiento de perroflautas indignados del 15M. Pocos meses después, en octubre de ese mismo año, la Real Academia Española publicó la vigesimotercera edición de su Diccionario académico que, como novedades, incluía las acepciones de matrimonio como «unión de dos personas del mismo sexo», y de empoderar como «hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido». El mismo diccionario que define zorrear como «dedicarse a la prostitución».

El verbo empoderar y su sustantivo, empoderamiento, son las traducciones literales de los términos en inglés to empower y empowerment, respectivamente, que llevaban tiempo siendo utilizado por la sociología política de extrema izquierda y que habían sido importados a España por el entorno de Podemos. Pablo Iglesias reclamó a Izquierda Unida en esta época que debían permitir que los ciudadanos participen en la elección de las listas electorales como forma de «empoderar a la gente».

Estoy en un buen momento (zorra, zorra, zorra)
Reconstruida por dentro (zorra, zorra, zorra)
Y esa zorra que tanto temías se fue empoderando
Y ahora es una zorra de postal.

Nebulossa es el dúo valenciano formado por María Bas (Mery) y su marido Mark Dasousa, que regentan una peluquería alicantina, donde ella ejerce también de esteticista. Empezaron con la música en 2018 y su primer y único álbum es de 2021. Ella dice que tiene 55 años y él 47. Llevan 20 años casados y tienen dos hijos, María de 23 años y Neo, de 11. El próximo 11 de mayo representarán a España en la final de Eurovisión que acogerá la ciudad sueca de Malmö, y lo harán cantando Zorra, que ellos dicen que es un himno feminista y de empoderamiento.

Con mucho maquillaje, abusando del sintetizador y aún más del autotune, puede que Nebulossa diese el pego. Pero en directo, Mery canta peor que una urraca y baila menos que un pato mareado, así que han tenido que rodearla de mucho fuego de artificio para que no nos fijemos en que ella no se mueve. La sacan al escenario escoltada por dos bailarines drag queen barbudos vestidos sólo con un corsé tipo tanga para que se vean bien sus prietas nalgas depiladas y así miremos poco a Mery.

Si salgo sola soy la zorra
Si me divierto, la más zorra
Si alargo y se me hace de día,
soy más zorra todavía.

En realidad, la letra de Zorra, que no se nos olvide, significa prostituta, podría haber sido transgresora y reivindicativa a principios de los años 80 del siglo pasado, cuando las punks de Vulpes cantaban aquello de Me gusta ser una zorra que tanto indignó al ABC de Luis María Ansón. Pero casi 40 años después de que Alaska y Dinarama convirtieran en un himno de libertad e independencia su A quién le importa, la letra de Zorra resulta soez, viejuna y cutre. Las podemitas, groupies del macho alfa que las fustiga hasta que sangran, no sólo quieren llegar a casa solas y borrachas, ahora también quieren que las aplaudamos cuando zorrean.

La final de Eurovisión tiene un público eminentemente joven, con un 42,9% de share en niños de 4 a 12 años y un 59,4% en jóvenes de 13 a 24 años; jóvenes que deberían saber que una mujer se empodera demostrando que es capaz de liderar, influir y triunfar, con esfuerzo y tesón. Convertir en un himno progre el zorrear o salir sola de fiesta hasta que se hace de día es poco más que dar un mal ejemplo para la educación de esos niños, pero si eso es lo que querían, deberían haber buscado a alguien que supiera cantar y bailar.

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