¿Le pedirán perdón Sánchez y Calvo?

La violencia de género es una lacra que hay que combatir con medios y eficacia, no con soflamas ni frases en Twitter. El 30 de noviembre de 2019 una mujer fue hallada muerta en su vivienda tras llamar su pareja a los servicios de emergencias en el distrito madrileño de Vicálvaro. Efectivos de una ambulancia del Summa 112 sólo pudieron confirmar el fallecimiento de la mujer, que se sospechaba pudo haber sido intoxicada con algún tipo de sustancia. Unidades de la Policía Nacional también acudieron al lugar de los hechos y el autor de la llamada fue detenido por indicios de homicidio. El arrestado, tras pasar a disposición judicial, ingresó en prisión comunicada y sin fianza, mientras la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género trató el supuesto crimen como un asesinato machista.

Inmediatamente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta, Carmen Calvo, corrieron a las redes sociales para expresar su consternación «por la confirmación de otro asesinato machista más en Madrid» y condenar el «cruel zarpazo de la violencia de género».

El pasado martes, el juez de Violencia sobre la  Mujer número 10 de Madrid acordó archivar la investigación sobre esta muerte y ordenar la puesta en libertad del hombre acusado tras permanecer tres meses en prisión provisional. La autopsia certificó  que el fallecimiento de la mujer se debió a un infarto agudo de miocardio.

Si alguien tiene que respetar la presunción de inocencia y guardar una escrupulosa prudencia es el Gobierno, pero Pedro Sánchez y Carmen Calvo pretendieron aprovechar políticamente una muerte que calificaron sin pruebas -todo eran indicios en aquel momento- de «asesinato machista». ¿Quién resarce ahora el honor, la dignidad y el daño causado a un hombre acusado injustamente de asesinar a su pareja? ¿La pedirán disculpas Sánchez y Calvo en Twitter?

En absoluto, ni mención. Seguramente, entenderán que no les es políticamente rentable. Les fue rentable entonces, cuando acusaron injustamente de asesinato a una persona a la que ahora, sencillamente, ignoran. Triste y despreciable.