OKDIARIO, la década prodigiosa
He cumplido ya 93 años. De ellos, ¡¡¡70 años!!! ejerciendo como periodista después de cursar la carrera de Derecho en la Facultad de la Universidad de Granada, ciudad en la que donde nací, con el inolvidable Stampa Braun de profesor de Penal; Periodismo en la Escuela Oficial en Madrid y en la Facultad de la Universidad de Navarra.
Durante todo este tiempo he trabajado en Europa Press, ¡Hola!, El Independiente, La Revista del Grupo Z, Cope y en diferentes canales de televisión.
Pero nunca pensé que coronaría tan felizmente mi vida profesional en un medio como OKDIARIO, en el que me siento realizado como periodista libre e independiente a un nivel que no lo he estado jamás. Y me felicito por estos diez años de existencia de OKDIARIO, década prodigiosa, aunque sólo dos me pertenecen.
Lo que sucedió aquel noviembre
Este mes de noviembre harán ya 50 años de la muerte de Franco, cincuenta años de un acontecimiento que ha superado la prueba del tiempo y que ha determinado buena parte de nuestra historia contemporánea con el proceso de transición. «Si algo saben hacer bien los dictadores es morir». El nuestro tardó demasiado pero lo consiguió, como se pudo comprobar ante el documento excepcional que un colaborador de la Casa Civil del Caudillo me ofreció, el 21 de octubre de 1984, mediante el desembolso de ¡¡¡10 millones de pesetas!!! (empezó pidiendo 50 millones), cantidad que Antonio Asensio, presidente de Zeta, la editorial a la que pertenecía la revista que yo dirigía, pagó por las siete fotografías en las que podía verse a Franco enganchado como una cobaya humana a un respirador, un electroencefalograma, una máquina de hemodiálisis, tubos de transfusión de sangre, electrodos, una sonda balón esófago-gástrico, y otra intra abdominal.
«Como usted puede ver, Su Excelencia murió como un perro al que hicieron toda clase de perrerías», me reconocería el colaborador de Franco, cuyo nombre, como me exigió, ya he olvidado. Lo que es difícil olvidar es que el autor de aquellas terribles fotografías fuera, aunque a ustedes les cueste creer, el marqués de Villaverde, su yerno. ¿Con qué fin? A lo peor para venderlas. Pienso que yo le estropeé el negocio anticipándome. Lo encajó tan mal que se querelló contra mí y me procesaron vía penal. Después de varios meses de recursos contra la petición de cinco años de cárcel y cien millones de pesetas acabé en el Tribunal Supremo, que me absolvió. Gracias a Cristina Peña.
Nunca, en mi vida, me he enfrentado a tantas y tan sorprendentes e importantísimas situaciones como las que sucedieron entre los meses de octubre y noviembre de 1975. Primero, el 22 de noviembre de 1975 en que Don Juan Carlos y Doña Sofía se convertían en reyes. Y ese mismo día 22 de noviembre, testigo del sorprendente travestismo de la Reina Sofía para visitar la capilla ardiente del Franco. Por último, mi reunión a solas con los recién nombrados reyes en el despacho de Juan Carlos en La Zarzuela, aquel 22 de noviembre, acontecimientos excepcionales de mi vida que ya he recordado y que hoy, por el 50 aniversario, obligado es hacerlo de nuevo. Después vendría el 21 de octubre de 1984 con la compra de las dramáticas fotografías de la agonía de Franco.
Todo empezó el día que estuve presente en lo que entonces se llamaba Palacio de Las Cortes, hoy Congreso de los Diputados, abarrotado no sólo de procuradores y Gobierno en pleno sino de invitados que ocupaban los palcos en los que podía verse a la familia Franco en pleno, con los marqueses de Villaverde a la cabeza. Y, por supuesto, la familia de los nuevos soberanos, hermanas y primos. También los ex reyes de Grecia, Constantino y Ana María, el príncipe Rainiero, el rey Hussein de Jordania, el vicepresidente de los Estados Unidos, Nelson Rockefeller, el hermano del Sah de Irán, príncipe. Reza Pahlevi, Imelda Marcos y hasta …. ¡Pinochet!, entonces presidente de Chile.
Cierto es que Juan Carlos, que entonces tenía 37 años, no se podía quejar. Acompañándole en tan importantísimo y trascendental momento de su vida lo mejor y lo peor, amigos y enemigos. ¿Ausencias? Tres muy importantes: la reina Federica de Grecia y los condes de Barcelona.
A solas los tres… ese día
Me gustaría volver a recordar hoy, con motivo de lo que, posiblemente, muchos hayan olvidado, lo que sucedió ese día en el que no sólo había muerto Franco, que hoy, cincuenta años después se quiere conmemorar –¿positiva? o ¿negativamente?, lo dejo al criterio de nuestros lectores–, sino que Juan Carlos también era proclamado ¡¡¡rey!!! de todos los españoles.
Aunque sea difícil de creer, yo lo viví, a solas desde las 5 de la tarde a las 9 de la noche del más trascendental día de sus vidas, con ellos, en la intimidad del despacho de Zarzuela sin que, durante aquellas 4 horas, sonara ni una sola vez el teléfono ni nadie llamara a aquella puerta. ¿Los motivos?: la derecha se encontraba en la cola que daba varias vueltas al Palacio Real para rendir homenaje póstumo a Franco, cuyo cadáver se había instalado en la capilla ardiente. Y la izquierda, celebrando la muerte del dictador.
Nadie podía pensar que Don Juan Carlos, que había sido proclamado rey de todos los españoles a la una y veinte de la tarde de ese día 22 en el Palacio de Las Cortes, permaneciera aquella tarde en su despacho del Palacio de La Zarzuela con la única compañía de su esposa la reina doña Sofia y la de …. Jaime Peñafiel, este periodista que don Juan Carlos quiso que estuviera con ellos. Fue una deferencia que nunca olvidaré, como ya he repetido en múltiples ocasiones, a pesar de todo lo sucedido durante estos años. ¿Como voy a olvidar aquel día tan importante en la vida de un hombre en el que siempre había soñado y en la mía? Aquella tarde y durante las cuatro horas en las que permanecimos reunidos, recordando lo bueno y lo malo sucedido en todos aquellos años, desde que nos conocimos.
Les sorprenderá a ustedes saber a qué se dedicó el nuevo Rey durante aquellas horas, independientemente de charlar con el periodista: a limpiar los numerosos objetivos de sus cámaras fotográficas, esparcidas sobre la mesa de su despacho, entre ellas la Nikon que yo había traído de Japón y que me había cambiado por una Leica Flex, mucho más valiosa.
El ‘travestismo’ de Doña Sofía ese día
Del día de la proclamación de los Reyes de España, me ha quedado en la memoria la imagen de Doña Sofía con aquel elegantísimo traje largo color fucsia «como el del capote de un torero pero al revés», como escribía la compañera Paula Matas, realizado por las hermanas Molinero; y queda otro importante hecho, años después, concretamente el 21 de octubre de 1984: la compra de las dramáticas fotografías de la agonía de Franco, que tantos problemas me causaron.
Después del recorrido en el Rolls Royce descapotable, desde el Palacio de las Cortes, en la carrera de San Jerónimo, hasta el Palacio Real para visitar la capilla ardiente de Franco, yo, que había seguido todo el recorrido caminando por la acera, con muy poco público, viendo constantemente el fucsia del vestido de la Reina, al descender del coche me llevé una gran sorpresa: Doña Sofía se había travestido de negro del cuello a los pies.
«¿Cuándo se produjo ese cambio?», le pregunté en la primera oportunidad que tuve. Según me contó, consciente de no poder entrar con el vestido color fucsia en la capilla ardiente de Franco, decidieron, la noche anterior, hacer una especie de abrigo negro. «Nos pasamos toda la noche cosiendo con ayuda de las Molinero, María Antonia y Pilar, de mi hermana Irene y de mi cuñada Ana María. Este abrigo lo llevé escondido, durante todo el recorrido en el coche, a mis pies. Me lo puse sobre el vestido fucsia al entrar el Rolls en el Patio de la Armería del Palacio. Por ello, usted me vio descender del coche toda vestida de negro».
Chsss…
Según se deduce de las memorias, Doña Sofia no ha ido a verle a Abu Dabi por no enfadar a su hijo. ¡Que difícil situación!
Puede quitar a su hijo los títulos, honores y distinciones y hasta echarle de casa, pero nunca los apellidos paterno y materno de su padre y de su madre.
Para este periodista, injusto le resulta la descalificación e insultos a Mazón como culpable de la Dana cuando no existe otro responsable que la… naturaleza y el Gobierno que no hizo nada por desviarla.
Doce días ha permanecido la infanta en la UCI, víctima de una neumonía.
Menos mal que no soy el único crítico con la consorte real. Han sorprendido sus críticas a la nuera («No ayudó a la cohesión de nuestras relaciones familiares»).
También los elogios a la que todavía es su esposa.
La consorte de su hijo se convirtió muy pronto en un problema familiar. «Hubiera sido inútil entrometerme».
«Le repetí varias veces: la puerta de mi despacho está siempre abierta. Ven cuando quieras. Pero ella no vino nunca».
Sorprende que reconozca, que España «no es monárquica».
Reconoce con sinceridad “me gustaría volver a encontrar mi puesto. Lo di todo por mi patria donde deseo ser enterrado”.
Estimado Pedro, no es cierto que su exilio en Abu Dabi sea voluntario.
La palabra «verdad» asociada a Sánchez constituye un «oxímoron», según Ignacio Camacho.
Y las reglas del juego pierden todo sentido cuando en el partido hay un tramposo, según Isabel San Sebastián.
«El Rey emérito y el príncipe Andrés están convirtiendo el cuento de hadas de la Monarquía en un timo a la Monarquía».
No creo que sea querida en la calle por méritos propios. Muy al contrario, estimado cortesano.
Yo, como Carmen Posadas, no soy monárquico. Es una institución que hoy en día me resulta ajena.
Pero como ella, feliz cumpleaños y «gracias por tan callada grandeza».
Muy buen título el de la revista de mis amores y mis dolores: «Cumple 87 años (Doña Sofía) entre la tristeza por su hermana y el agradecimiento por el reconocimiento de su marido» (Don Juan Carlos).
Muy emotivo el gesto de Doña Sofía rezando en la embajada de Tailandia ante la fotografía de la reina Sirikit. «Mi más sentido pésame por la pérdida de mi buena amiga la reina. Con todo mi cariño y afecto», dejó escrito en el libro de condolencia.