El partido de los zombis
Sólo un narcisista como Sánchez es capaz de aprovechar el acto de homenaje a una muerta (Almudena Grandes) para proclamar que él pasará a la historia por cambiar de sitio a los muertos. Al escuchar tal afirmación no pude por menos que recordar aquella frase de Churchill: «La historia será generosa conmigo, tengo la intención de escribirla». Sabido es que Sánchez no podría escribir ni la historia ni su historia, que él necesita un negro -o negra- para que le escriba cualquier papel. Pero lo destacable de esa frase del fatuo es la constatación de que el legado histórico de Sánchez cabe en un tuit: «Pasaré a la historia por desenterrar a Franco». Lo que resulta una aspiración muy al nivel del personaje.
Superado el trance de confirmar los rasgos psicológicos de la personalidad del tipo que ostenta la Presidencia del Gobierno de España cabe reconocer que esta última semana ha sido un buen ejemplo de cómo Sánchez y su tropa aplican el principio de renovación de Goebbels: «Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones».
Pongamos algunos ejemplos. Mientras que conocíamos que 44 delincuentes sexuales se habían ya beneficiado de la aplicación de la ley del sí es sí y 13 violadores habían sido puestos en libertad, la ministra madre de los hijos del macho alfa de Podemos acusaba al Partido Popular de defender «la cultura de la violación». Y Sánchez echaba más leña al fuego y se pavoneaba así: «Esta ley es una gran conquista del movimiento feminista…Estamos yendo en el camino correcto, me siento orgulloso de la ley…».
Y para seguir el ritmo según indica el manual de Goebbels el impostor hizo público que iba a poner en el Constitucional a Juan Carlos Campo, al que siendo ministro de Justicia fue coautor de la ley y la presentó al alimón con Irene Montero con estas palabras: «Hoy es un día de celebración, especialmente para mujeres, niñas y niños que son las principales víctimas de todas las formas de violencia sexual». Y para rematarlo, escribió un tuit en su cuenta: «España da un paso más en materia de igualdad y derechos humanos con esta norma, integral y garantista, pionera en el mundo».
Mientras estábamos tratando de responder a estas barbaridades, los alumnos de Goebbels que viven en la Moncloa ya estaban contrarrestando la respuesta. Y de nuevo con nocturnidad, a la manera en que los mafiosos organizan sus crímenes y mientras se jugaba el partido de fútbol entre España y Japón, el PSOE, con la ayuda de los golpistas, los filoetarras, los comunistas, los bolivarianos y los nacionalistas de todo tipo y condición, rechazó todas las enmiendas a la totalidad y siguió adelante con su plan de eliminar el delito de sedición. Mientras tanto -que el ritmo no pare- el impostor, de paseo por Doñana, emitía informaciones y argumentos nuevos y acusaba a la oposición de incumplir la Constitución por no plegarse -del todo- a su pretensión de parasitar todos los órganos de la Justicia antes de fin de año.
Y cuando aún no hemos asimilado ni de lejos el golpe contra el orden constitucional perpetrado desde la Moncloa, los voceros de la banda que gobierna anuncian nuevas traiciones: están preparando el abaratamiento o la eliminación del delito de malversación para que robar el dinero público, que ya dijo Carmen Calvo que «no es de nadie» salvo de quien se lo lleva, que si forma parte de la secta de la izquierda no tendrá que devolverlo.
Y como escándalo tapa a escándalo, en el Congreso de los Diputados se confirma que Marlaska lleva meses mintiendo sobre lo que ocurrió en la valla de Melilla. Y los que emiten informaciones a todo ritmo comienzan a señalar, de momento sutilmente, al operativo de la Guardia Civil que cubría la frontera.
Y abrumados por el ritmo y la acumulación de los ataques al orden constitucional no podemos prevenirnos contra el próximo golpe, que no es otro que legalizar la secesión, la ruptura de la unidad de la Nación para que cuando los socios catalanes de Sánchez convoquen el próximo referéndum de autodeterminación, independencia o como lo quieran llamar Conde-Pumpido, Campo y el resto de magistrados a las órdenes de Sánchez ya serán mayoría en el TC y lo declararán constitucional. Y entonces las víctimas seremos todos los españoles. Y los delincuentes quedarán impunes porque habrán cambiado las leyes para que les salga gratis romper la unidad de la Nación, robarnos la soberanía, robarnos nuestros derechos de ciudadanía, imponer en España el modelo totalitario que defienden los comunistas de siempre y los socialistas de hoy, romper la Nación al mandado de los racistas que quieren separarse del resto de los españoles porque se consideran superiores. Pero como los árboles no nos dejan ver el bosque, para cuando eso ocurra quizá ya no habrá bosque que salvar de la quema.
Y mientras se van acumulando las traiciones, salen los Lambán, los Page, los González del PSOE poniendo morritos y haciendo gestos de disgusto ante la deriva antisistema de su partido. Y escuchamos a socialistas discrepantes -que mantienen el carnet del partido que ha traicionado la España constitucional y democrática- que esto hay que cambiarlo desde dentro… Y leemos columnas y editoriales de bienpensantes que llaman a despertar a la buena gente del PSOE … Se ve que desenterrar muertos no es una aspiración exclusiva de Sánchez. A ver cómo decirlo para que se entienda: la evidencia demuestra que el PSOE ha muerto, que ahí no hay vida ni inteligente ni de la otra. Diré más: esos ilustres discrepantes son la coartada para que millones de españoles sigan votando a Sánchez.
No nos despistemos: el PSOE ha muerto. Y los que salen de la tumba hablando en su nombre son zombis, meramente zombis. A ver cuándo cumplimos con la máxima piadosa de toda civilización y damos sepultura a los muertos.