Normalizar, dialogar y hacer algo, tres falacias y un objetivo
Resiliencia, sostenibilidad, inclusión, regeneración… y ahora normalizar. Hazte con una buena palabra y habrás ganado el relato. Y eso ha hecho (ha vuelto a hacer) Sánchez. Normalizar suena bien y el que se oponga se quedará en el lado oscuro (y perderá sus subvenciones).
Pero, ¿qué es normalizar? La RAE nos dice que es regularizar o poner en orden lo que no lo estaba. Hacer que algo se estabilice en la normalidad, en lo habitual u ordinario. Y qué significa ello en Cataluña, ¿qué es lo habitual u ordinario en Cataluña?
¿Es el tú me apoyas en el Congreso y así yo gobierno?, ¿el tú pide por esa boca y haz lo que quieras en tus escuelas, en tus embajadas y en TV3 que yo miro para otro lado? Y, eso sí, mientras tanto, sotto voce, y ya no tan sotto voce, la causa indepe que siga su camino.
¿También entra en la normalidad una agresión diaria (9 de cada 10, por parte de independentistas) y el señalamiento de constitucionalistas, el acoso a los comercios y estudiantes que quieren emplear el español, el sectarismo en los medios, el hostigamiento y los ataques a sedes de la oposición, la cancelación cultural en la universidad, etc, etc? ¿Eso es lo que vamos a normalizar?
Nooooo, nos contestarán; queremos normalidad para dialogar. Otra hermosa palabra para engatusar al personal. ‘Todo se puede resolver con diálogo” es la segunda falacia en la que se incurre por cobardía política, al no admitir que no en todo cabe el diálogo, así de sencillo.
¿Se imagina sentarse para hablar de suprimir el derecho al voto de las mujeres o la educación básica? Está claro que son temas “indebatibles”. No entran en la Constitución ¿Cabe el diálogo sobre ello? Sencillamente no.
Por cobardía política no se quiere admitir que, cuando de lo que se quiere dialogar es de referéndum e independencia, tampoco hay nada de qué hablar. O, mejor dicho, que ya está hablado en el Título X de la Constitución (de la reforma constitucional).
Dialogar sobre ello es generar expectativas, es admitir que pueda pasar. Es querer ganar tiempo y engañar a todos. Sea valiente cuando hay que serlo. Dígalo ahora, señor Sánchez: NO es no.
Pero hay que hacer algo, nos dicen a continuación. ‘No podemos no hacer nada’, nos repiten. Esa es la tercera falacia.
Primero, porque sí que se puede no hacer nada si lo que se va a hacer es empeorar. Si se cedió la educación para transformar la escuela en una factoría de independentistas, mejor hubiera sido no hacer nada. Si las cesiones conducen a la desaparición del Estado, a la desigualdad, al despilfarro y al privilegio de unos catalanes sobre otros, mejor no hacer nada.
Y segundo porque, aunque no hacer nada sí que sería una opción, lo cierto es que sí que se está (o, mejor dicho, estaba) haciendo algo: aplicar la ley y la Constitución. Y no es poco.
Pero eso para Sánchez es no hacer nada. Mejor indultar a quien no lo pide ni se arrepiente. Eso sí que es normalizar, dialogar y hacer algo. Tres falacias con un objetivo: pagar el alquiler de la Moncloa.
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