No desatemos la ira de Trump
La ira tormentosa de Donald Trump puede desatarse. Nuestro Gobierno insiste con la fatídica Tasa Google. Fatídica, porque los milloncetes susceptibles de recaudarse no serán nada ante el perjuicio que tal decisión pueda causar a nuestras exportaciones hacia un mercado importante, como es EEUU, y, en especial, el golpe a las inversiones españolas allí, que podrán frenarse a golpe de Twitter de Trump si España, como Francia, establece el impuesto a las tecnológicas. Trump ya ha hablado de que esa Tasa Google representa un ataque contra las empresas norteamericanas y su maldición, envuelta en furia, en forma de aranceles que castiguen a nuestras exportaciones, caerá sobre nosotros. Así que mejor no meneallo…
Las grandes tecnológicas norteamericanas, como tan a menudo repetimos, son las que marcan el paso y lideran esa prosperidad que coloca a EEUU en la cima de la hegemonía económica. La afrenta europea, de momento con la iniciativa de Francia y España, al establecer un impuesto sobre los servicios digitales – tema éste muy manido tanto por parte del G-20 como de la OCDE y la Unión Europea, que supone un torpedo contra las tecnológicas por excelencia ‘made in USA’, sin que se concreten alternativas efectivas -, se considera una clara discriminación por parte de EEUU. Y la réplica vendrá a través de aranceles y, tal vez, más decisiones dañinas para los intereses españoles.
No es que las exportaciones de España a Estados Unidos sean actualmente de un gran importe. En 2018 sumaron 12.791 millones de euros, algo más del 4% del total de nuestras exportaciones que ascendieron a 292.063 millones de euros. Estados Unidos es el sexto destino exportador, por importancia, detrás de Francia –casi 43.000 millones–, Alemania –cerca de 31.000 millones–, Italia –sobre los 23.000 millones–, Portugal –más de 21.000 millones– y Reino Unido –19.000 millones-. Es la calidad de las exportaciones y, primordialmente, la apertura de nuestras empresas distribuyendo sus productos en un mercado de la importancia y visibilidad como es el estadounidense. De hecho, EEUU es el principal cliente de España allende el territorio europeo y, al mismo tiempo, es nuestro quinto proveedor. Las relaciones comerciales son buenas y las inversiones norteamericanas en España de grueso calibre. Pero hay algo más…
Las inversiones empresariales españolas en tierras estadounidenses son muy relevantes. Tanto es así que constituye nuestro segundo destino inversor, con un saldo de 73.000 millones de euros, más o menos, para hacernos una idea hablamos del volumen de inversiones que tenemos en Reino Unido. Si la preocupación por las consecuencias del Brexit es máxima a solo tres meses de que pueda materializarse, con lo cual el golpe para los intereses económicos de España allí sería impactante, solo faltaría agregar un enfado norteamericano que limite el flujo inversor y comercial hacia pagos estadounidenses.
No solo la reacción de Trump puede plasmarse en gravar con más aranceles nuestras exportaciones sino en poner coto a la presencia española en aquel país. Y un detalle adicional: de 2014 a 2018 las empresas españolas vinculadas al sector de infraestructuras participan en proyectos de relieve con contratos que superan los 34.000 millones de euros. Ergo, ¡no agitemos la ira de Trump!
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