Misión de audaces

Misión de audaces

A estas alturas de la película, cuando ya se han presentado los personajes y la trama está muy desarrollada, todos los espectadores saben que Pedro Sánchez ni sabe ni quiere gobernar. Lo suyo está en la truculencia y el electoralismo. Por eso ha querido que el guionista, realizador y productor sea Iván Redondo, un especialista en marketing político que ejerce un poder omnímodo, aunque no esté entre el elenco de actores y solo aparezca al final de los títulos de crédito.

Y todo lo hacen en esa clave de propaganda y autobombo. Da igual que sea en los temas más puntuales y nimios de su agenda, o para pastorear el Consejo de Seguridad, donde en pura lógica se debiera actuar con un espíritu desinteresado para enfrentar las graves amenazas del país, como la que sufrimos desde hace ya más de un año. Pero casi diría que Sánchez no es culpable de ese comportamiento, es algo que está en su ADN, y, como al escorpión, no le puedes culpar de que pique ni exigirle que deje de hacerlo.

Lo de Inés Arrimadas es distinto, y para todos los observadores todavía inexplicable. Así como lo de Sánchez ya sabemos que es una patología desarrollada a partir de un complejo narcisista; la conexión psíquico-neuronal de Arrimadas se considera ordenada de acuerdo a parámetros normales, y por eso sus actuaciones y decisiones deben poder entenderse y explicarse dentro de una lógica aristotélica.

Como primera posibilidad, puede ser simplemente que se haya equivocado, y que decidiera interrumpir el proceso de progresiva reducción del peso de Ciudadanos dando un golpe de efecto que les resituara, dentro del mapa político, en un territorio socialdemócrata en el que vuelvan a captar a los votantes que expulsa el PSOE con su continuado acercamiento al radicalismo de Podemos y al secesionismo; siendo que al final ese golpe ha sido mal calculado y que, por no conocer o no aceptar que gran parte de sus apoyos está en el centro derecha liberal, va a terminar de acelerar el proceso reduccionista.

Pero también puede ser que, una vez asumido que el proceso era irreversible, haya preferido… ¡morir matando a lo Sansón!, o si acaso tratando también de buscarse una salida personal. Es evidente que ya llevaba un tiempo quejándose del injusto trato que le ha dado el PP, al que le ha dado posibilidad de ejercer mucho poder en muchas comunidades y ayuntamientos, y que siempre ha respondido intentando o amenazando con dar a Ciudadanos el abrazo del oso. También les han negado el pan y la sal a los naranjas los medios de orientación liberal conservadora, que no hacen más que insistir en que el campo de juego no tiene espacio para tantos jugadores, una vez que Vox es ya titular indiscutible en la alineación.

Ese plan, cargado de resentimiento y ánimo de venganza, puede tener sentido si su intención es abandonar la producción; porque si quiere permanecer en la película, aunque sea con otro papel, está obligada a fiarse de Sánchez, que seguramente va a hacer lo contrario de lo que le haya dicho.

Pero hay una tercera posibilidad, que es realmente audaz en el planteamiento y muy peligrosa en la ejecución: engañar a Sánchez.  Como hizo el coronel Marlowe en la película de John Ford: una vez perpetrado el golpe volver con los suyos por un camino en el que no les esperan. De la misma manera, una vez que Ciudadanos ha dado el golpe en la mesa, que ha impuesto el correctivo al PP, se tiene que reafirmar más que nunca en el centrismo liberal y romper con cualquier vía de acercamiento o colaboración con el socialismo sanchista.

Tres escenas hay en el guion para que Ciudadanos pueda completar su arriesgada misión. La primera, que sería volver a girar indubitadamente al centro una vez instalados en la presidencia de la CCAA de Murcia, puede que no sea necesaria ya que parece haber quedado abortada la moción de censura. La segunda, confirmar sin dudas ni fisuras los actuales gobiernos de coalición en Andalucía y Castilla y León, depurando además a aquellos cuadros regionales y nacionales que insistan en dar continuidad a la estrategia de Redondo&Bolaños. Y la tercera pasa por enfrentar las inesperadas elecciones en Madrid eliminando, como si fuera un accidente, al secundario Aguado y presentando un candidato que demuestre que su vocación sigue siendo continuar en el centrismo liberal y su intención inmediata seguir gobernando con el PP. Y además lo demostrará apoyando la investidura de Isabel Diaz Ayuso en la última escena de la película.

 

 

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