Un milagro de Navidad
Leo alarmado un titular de Última Hora que informa de que se han doblado los casos de discriminación por usar el catalán en Baleares. Me tranquilizo cuando leo la noticia. La Plataforma de la Llengua informa de que en 2019 los ciudadanos denunciaron cuatro casos a la entidad, mientras que en el 2020 fueron 10.
Si en Baleares viven 1.200.000 personas y suponemos que cada una de estas personas tiene 10 interacciones diarias -una media nada exagerada para un “animal parlante” como el hombre, según Aristóteles- con desconocidos -presupongo que entre conocidos no se producen conflictos lingüísticos- me salen un total de 4.380.000.000 conversaciones al año. Las diez denuncias suponen por lo tanto 0,00000023 discriminaciones por cada 100 conversaciones con desconocidos.
Más aún, si a las denuncias presentadas ante la Plataforma de la Llengua le sumamos las 60 que dice la Dirección General de Política Lingüística que le llegan al año y las 70 que se presentaron ante la recién creada Oficina de Defensa de los Derechos Lingüísticos, el porcentaje sigue siendo abracadabrante: 0,0000032 discriminaciones por cada 100 conversaciones.
Una marca que, lógicamente, constata que en Baleares no existe ningún tipo de conflicto lingüístico y que la convivencia entre lenguas es ejemplar más allá de un reducidísimo grupo de fanáticos que pretenden hacer de la lengua un problemón. Y que, además, pone de manifiesto que tanto la Oficina de Defensa de los Derechos Lingüísticos como la dirección general referida son absolutamente inanes por falta de volumen de trabajo. Un titular de Última Hora más indicado a estos impresionantes guarismos debería rezar así: La Oficina por los Derechos Lingüísticos se plantea cerrar por falta de trabajo. Feliz Navidad.