Londres acogió a 16.000 afganos en secreto

Afganos

¿Para quién gobiernan los políticos en una democracia?, ¿para ellos mismos, para sus ciudadanos o para personajes desconocidos? Muchos europeos tienen cada vez más dudas de vivir en regímenes democráticos, en los que ellos pueden intervenir en los asuntos públicos, como se les dice en cada campaña electoral.

La prensa británica, que todavía hace periodismo en lugar de publicar las declaraciones de ministros entre adjetivos de entusiasmo, ha revelado que desde la segunda mitad de 2021, con motivo de la vergonzosa retirada de Afganistán, el Gobierno conservador de Rishi Sunak instaló en el país a miles de afganos, veteranos de la guerra y sus familias, y lo mantuvo en secreto.

Con la intención de sacar de Afganistán a los afganos que sirvieron con el ejército británico en las fuerzas especiales, así como a sus familias, varios ministros del Gobierno conservador se confabularon para trasladarlos en secreto al Reino Unido. El coste de esta operación se calculó en unos 7.000 millones de libras esterlinas, cuando el Gobierno laborista está subiendo impuestos para reducir el gasto público y la deuda. Como guinda se decidió que todo, desde los traslados al presupuesto, se tratasen como secreto, para el público y para los parlamentarios. Ahora se conoce porque se han levantado las medidas cautelares ordenadas por un tribunal.

Al parecer, el ofrecimiento de mudarse de Asia a Europa lo recibieron unos 24.000 afganos, aunque varios miles de ellos aún están en Afganistán. Los trasladados, según publica la prensa, pueden ser unos 16.000, a la vez que el ex ministro de veteranos Johnny Mercer, que participó en esta operación, ha recordado que el número de soldados afganos colaboradores oscilaba entre 1.000 y 1.200.

El motivo de semejante generosidad se encuentra en la sorprendente filtración de un archivo informático confidencial. En febrero de 2022, un militar británico envió un correo electrónico a un grupo de afganos e incluyó «accidentalmente» una hoja de cálculo con las identidades de 25.000 afganos que solicitaban asilo, entre ellos soldados y sus familiares, que luego apareció en Facebook, donde lo encontró el régimen talibán. El Gobierno conservador trató de tapar este desastre con el ofrecimiento de acoger a todos los afectados.

Para acomodar a esos «refugiados», las autoridades británicas no han vacilado en instalarles, al igual que en España, en hoteles o en viviendas alquiladas, con los gastos pagados por los contribuyentes. Mientras tanto, muchos británicos, incluso militares, eran desahuciados por impagos de renta o por conclusión del contrato de alquiler. Por ejemplo, en el pueblo de Henlow Camp, el Ministerio de Defensa trató de desahuciar de 24 viviendas a familias de veteranos o empleados, incluso con hijos, a la vez que se acogía en el lugar a 15 familias de supuestos refugiados afganos.

Los afganos asentados en el Reino Unido en los últimos años han superado los 30.000, de acuerdo con cifras oficiales. En cuanto se conoce este crecimiento artificial, y secreto, de la población extraeuropea, se comprende que no exageraba un informe demográfico conocido en junio que indicaba que dentro de unos cuarenta años los británicos blancos serán minoría en su propio país. Toda Gran Bretaña se transformará en un nuevo Londres.

Esta noticia alimenta la queja de muchos británicos de sufrir un two-tier system, es decir, un sistema de dos niveles o desigual, en el que los ciudadanos ajenos a alguna minoría protegida (religiosa, racial o sexual) se limitan a pagar impuestos y se les niega siquiera el consuelo del pataleo, porque protestar es «de extrema derecha». El ejemplo que encendió esta protesta fue el descubrimiento el año pasado de que numerosas autoridades locales, policiales y judiciales habían encubierto durante años a las bandas de violadores de niñas y adolescentes mayoritariamente blancas formadas por inmigrantes paquistaníes para evitar acusaciones de racismo o disturbios callejeros.

Sin duda, una de las consecuencias de semejante migración de afganos consistirá en disminuir todavía más la expectativa de voto del Partido Conservador e impulsar la de Reform. Las últimas encuestas ya sitúan al partido de Nigel Farage como el primero del país, con una intención de voto cercana al 30% y una proyección de escaños que podría alcanzar los 300, mientras que al conservador lo colocan en tercer lugar, con un 20% y menos de 100 diputados. En medio, figura el Partido Laborista, que salió vencedor en las elecciones celebradas el 4 de julio del año pasado, con una amplia mayoría de 400 escaños, pero que desde entonces también retrocede.

Y una de las perjudicadas podría ser la actual presidenta de los conservadores, Kemi Badenoch, que no ha cumplido ni un año como jefa de la oposición, ya que fue ministra entre octubre de 2022 y julio de 2024, y, por tanto, conocía (o debía de conocer) este acarreo de afganos.

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