Lo de Trapiello como símbolo y mucho más

Lo de Trapiello como símbolo y mucho más

Se lo dice una catalana que está harta de que durante años se nos haya impuesto un relato, un imaginario y un santoral nacionalista a más de la mitad de la población de Cataluña. Por esto viene a cuento el caso Trapiello que tanto revuelo ha causado. Seguro que se han enterado del mismo. Ha estado en la prensa, las redes sociales y en los medios audiovisuales de comunicación. Pero, por si acaso, les hago “cinco céntimos”.

Este próximo 15 de mayo, festividad de San Isidro, se otorgan las Medallas de Honor de Madrid. Las recibirán las ex alcaldesas de la capital Ana Botella y Manuela Carmena. También el Ayuntamiento va a honrar con las Medallas de Oro al presidente del Patronato del Teatro Real, Gregorio Marañón, al escritor Andrés Trapiello, al cantante (o lo que fuera) Ramoncín y a la Fundación José María de Llanos. Pero esta vez, concluido el Pleno que lo valoraba, se alzó una voz llamativamente discordante. La concejala socialista – ¡de cultura! – Mar Espinar lanzó unos reproches por la elección del escritor leonés Andrés Trapiello que causaron gran polémica y un monumental jaleo: «no se puede premiar el “revisionismo” de la historia que él representa». A partir de aquí se encadenaron las declaraciones y las contra declaraciones con un interesante momento cumbre cuando preguntado en una entrevista en Onda Cero el portavoz del PSOE, Pepu Hernández, ex seleccionador de baloncesto, sobre por qué su partido considera «revisionista» la obra de Trapiello, quedose mudo y remitiose a sus superiores con esta respuesta estupefaciente: «No sé en qué punto exactamente estamos en desacuerdo con lo que dice en sus libros Trapiello».

Que ambos políticos se hayan opuesto a esta concesión y uno de ellos, ¡el propio portavoz!, admita que ni sabía por qué es un remache más en la relación de inconsecuencias y sinsentidos de este ejecutivo que nos gobierna. ¿Se habrá leído alguno de los dos Las armas y las letras para empezar? Sospecho que daría igual que lo hubieran hecho. Trapiello es considerado revisionista por el PSOE porque se molesta en ir más allá del mito y de la ideología cuando con elegancia, rigor y atención a los datos se acerca a todo lo que ocurrió alrededor de la Segunda República. No le perdonan que interviniese en el Comisionado para la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid cuestionando públicamente el memorial con los nombres de los fusilados en el Cementerio del Este. Y por dar su opinión sobre la más que oscura figura de Francisco Largo Caballero, ese «héroe».

Y lo relaciono yo con Cataluña pues, gracias a los socialistas y al apocamiento de historiadores, políticos e intelectuales de diverso signo, se ha permitido que se impusieran las vacas sagradas y los relatos (cuentos chinos) de los nacionalistas durante los últimos 30 años. Así, en calles y plazas disfrutan de discutibles honores personajes que en realidad son una ofensa para los catalanes no independentistas. Qué digo: ¡para todos los demócratas!, pues ¿por qué tenemos que soportar plazas Francesc Macià o avenidas y calles Lluís Companys? Es como si la mitad de Cataluña, opusiana, le erigiera monumentos a Escrivá de Balaguer al resto laico de la ciudadanía (y pagando ellos). Y eso que monseñor no tiene en su haber la sangre y la desolación que causaron ambos presidentes de la Generalitat, a cuál más sonado. Son asombrosas nuestras tragaderas durante decenios. Pero ya basta.  No le llamen «revisionismo» cuando lo de Trapiello y tantos que vendrán es pura y simplemente una revisión inteligente, documentada y políticamente independiente de unos sucesos que, no sólo marcan aún nuestro presente, sino que son el sostén histórico de partidos políticos sin nada más que ofrecer.

 

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