La liberación de Auschwitz, otro ‘homenaje’ sanchista a Franco
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Transcurrida apenas una semana de la toma de posesión de Donald Trump como 47º presidente de los Estados Unidos, ya se constata que no se ha producido una mera alternancia en la Casa Blanca, sino una auténtica alternativa. Es demasiado prematuro para hacer predicciones seguras de los cambios que experimentará la política estadounidense, pero que se van a producir y significativos, es indudable. En algunos ámbitos va a ser un auténtico vuelco el que se va a experimentar y que significará para algunos como acceder a un mundo desconocido. Es el caso del mundo impregnado de la cultura woke que ha calado en la sociedad occidental hasta el punto de ser considerada como la propia y distintiva del Occidente, otrora cristiano respecto de otras, como la musulmana, por ejemplo.
«Poderoso caballero es don Dinero», como afirmara nuestro gran Francisco de Quevedo, y cada día que pasa tenemos noticias de grandes corporaciones, incluso multinacionales, que expresan su abandono de esa cultura. Entre las muchas y destacadas está la Disney, que fue promotora de los dibujos animados que ilusionaron la vida de generaciones infantiles por el mundo, y que ha retornado a sus orígenes. Aunque dejando no pocas plumas de credibilidad y respeto por el camino. Si su ruina económica había sido pasarse al woke, la llegada de Trump la ha llevado a desencaminar ese trayecto. En el campo económico y político ya sabemos lo preocupada que está la UE, en la que los «ultraderechistas» Meloni y Orbán van a adquirir un nuevo protagonismo frente a la tan políticamente correcta Ursula von der Layen, a la expectativa del resultado de las próximas elecciones generales en Alemania con un imprevisible ascenso de la Alternativa por Alemania que según las encuestas podría quedar por encima de la socialdemocracia del canciller Scholz.
Con Elon Musk participando activamente en la campaña. Su homónimo, presidente de la internacional socialista e inquilino de la Moncloa, Pedro Sánchez, ha tomado la curiosa iniciativa de anunciar su voluntad de pactar con el presidente de la China comunista Xi Jinping para hacer un frente común a la internacional «ultraderechista» que lidera Trump. Si no fuera demasiado serio, sería para reír solo el pensar en tamaña ocurrencia. Pero en Sánchez, a estas alturas – a los más de seis años y medio de su llegada al gobierno tras haber experimentado dos sucesivas y contundentes derrotas en las urnas-, nada puede sorprender.
Ahora ha prometido que su decreto ómnibus lo va a aprobar «sí o sí» porque está buscando votos hasta «debajo de las piedras». A Mark Rutte, actual secretario general de la OTAN lo recibe hoy y le va a recordar que España debe subir – de momento- la financiación de la Alianza Atlántica del actual 1,2% de nuestro PIB, a un 2%. Lo que con sus socios y aliados tan Atlantistas como Sumar y Podemos, entre otros, no lo tiene fácil precisamente. Y sin tener aprobados unos Presupuestos resulta prácticamente imposible.
Trump no es Biden, y EEUU no va a mirar hacia otro lado y ya exige que la UE debe «pagarse su Defensa», bajo la amenaza de elevados aranceles para nuestras exportaciones, a los que ya aludió al referirse a la España sanchista, como «socia de los BRICS». Hoy 27 de enero, se conmemora en Auschwitz el 80º aniversario de su liberación por el Ejército Rojo en 1945, y el Rey de España al igual que otros jefes de Estado ha sido invitado a la ceremonia a la que acudirá con el ministro de la Memoria Democrática y no con el de Exteriores como ministro de Jornada.
Porque esa ceremonia la consideran un acto incluido en el centenar de los previstos para recordar los 50 años del fallecimiento de Franco en la Residencia la Paz de la Seguridad Social, fundada por él. Así que ya sabemos que para el sanchismo los campos de concentración de los nazis contra los judíos, fueron obra de Franco. Sería oportuno que conociera por una vez la verdad histórica – y no su perversa memoria, ni histórica, ni democrática -, y el agradecimiento transmitido públicamente hacia él por su ayuda, por parte de cualificados representantes de la comunidad judía. Pero es Sánchez, discípulo aventajado del «príncipe de la mentira», quien está cual okupa en el Gobierno.