Investidos Puigdemont, Otegi y Junqueras
Los pobres y desnortados muchachos del Partido Nacionalista Vasco (PNV) están lamiéndose sus heridas al comprobar que su voto que ocasionó el derribo de Mariano Rajoy y la llegada del gran mandaría Pedro Sánchez les ha resultado a la postre un mal negocio. Ni pintan lo que pintaron, ni influyen lo que influyeron y se han hecho viejos.
En efecto. Los que realmente han sido investidos han sido Puigdemont, Junqueras y Otegi. Este es el oportunista trío de españoles que no quieren serlo al que buscará Sánchez desesperadamente a lo largo de la legislatura recién iniciada.
Si algo ha quedado meridianamente claro en el hemiciclo es quién y quiénes mandan en la España actual. Si algo pudo describirse con precisión durante los dos días de investidura es que el presidente del Gobierno español, con él todo el PSOE (todo), es un rehén incuestionado en manos de los dos independentistas y el ex etarra. Punto.
Las amenazas/advertencias que recibió por parte de los oradores comisionados por los susodichos, que Sánchez recibió cabizbajo, sumiso y condescendiente, fueron tan tajantes y precisas que cualquier ciudadano español ya sabe por dónde se vehicularán las decisiones que tome a partir de ahora el jefe del Gobierno. Lo primero es la amnistía para golpistas y terroristas ya en marcha; y luego, a no tardar, las consultas de autodeterminación en Cataluña y en el País Vasco. Esa es la hoja de ruta diseñada por Puigdemont, Otegi y Junqueras. Sánchez no representará otro rol que el de recadero obediente cuadrado militarmente ante las órdenes que reciba de aquéllos.
El columnista siempre ha mantenido que ninguno de esos tres arribistas/ganapanes han sido ni son un peligro para España. Sabemos a qué juegan y cuáles son sus objetivos. Sinceramente, no mienten en lo relativo a sus intenciones. El problema, el gran problema, es un tipo llamado Pedro Sánchez que, en lugar de buscar algún mínimo acuerdo con el constitucionalismo, ha preferido subirse a la grupa de los innombrables e iniciar un camino sin posibilidad de retorno democrático para los intereses de una inmensa mayoría de ciudadanos. Una mayoría de ciudadanos que no han sabido o querido reaccionar a tiempo. Así que las reclamaciones, ahora, dirigidlas al maestro armero.
No confundamos las cosas.