Los imposibles ‘Pactos de la Moncloa 2.0’

Los imposibles ‘Pactos de la Moncloa 2.0’

Mientras la nación se desgarra por el coronavirus, a Pablo Iglesias le embarga el ánimo la doctrina de la partición de España y la aplicación del ‘chavismo’. Mientras esta semana lanzaba loas a la República, régimen completamente ajeno a nuestro modelo constitucional, al día siguiente se permitía dar lecciones de constitucionalismo al Partido Popular para obligar a sentarlo en una mesa de no sé, para no sé qué, pero que tengo claro que aspira a la absolución política de este Gobierno por su nefasta gestión del coronavirus. Porque conviene ser claros y sin ambages, no se trata de un juicio de valor sino de una realidad indiscutible: la administración de la crisis ha sido y sigue siendo pésima. “La irresponsabilidad se lleva vidas por delante”, dijo Pedro Sánchez el pasado 22 de marzo. Y tanto que se lleva vidas. Por el momento son cerca de 25.000 pues, aunque el Gobierno se empeñe en ocultar datos. Incluso China, una dictadura comunista, ha admitido que hubo un 50% más de víctimas (seguramente sean más), Francia también lo hizo la semana pasada, y España está obligada a sincerarse.

A Sánchez e Iglesias les pesa más el guión del relato político que honrar a la memoria de unas víctimas y sus familias que merecen conocer las causas de los fallecimientos, dado que saben que un gran porcentaje de dichas muertes se podría haber evitado si no se hubiera actuado tarde y mal. Resulta sorprendente el cinismo de unos dirigentes que tanto interés, atención y presupuesto han puesto sobre una parte de las víctimas de la Guerra Civil, mientras los muertos por el coronavirus, los muertos del hoy, parecen incomodarles.

Poder y propaganda son las herramientas que ha hecho suyas el presidente Sánchez para no asumir responsabilidades por la crisis del coronavirus. El “poder” trata de afianzarlo con los mal llamados nuevos “Pactos de la Moncloa”. Los de 1977 ni se produjeron bajo la presión social de 25.000 muertos, ni con un gobierno de coalición con la extrema derecha, tampoco existía Constitución que fijara las reglas de juego, y a los dos años se celebraron elecciones. Ahora, 43 años después, hay un partido comunista en el Ejecutivo, hay un abuso permanente de poder por parte de socialistas y comunistas, y el Presidente no se plantea una cita electoral. En cuanto a la propaganda, la censura previa a los periodistas en las ruedas de prensa, la manipulación de TVE, el uso partidista del CIS, la compra de voluntades en las televisiones privadas, los bulos difundidos por el Gobierno y los ataques constantes al artículo 20 de la Constitución que protege el derecho a la información han hecho que los españoles no se fíen ni de Sánchez ni de Iglesias. Prueba de ello son los índices de audiencia de las comparecencias de Sánchez en las televisiones que han caído un 60% en un mes y la encuesta de Oxford y Reuters que pone a los españoles como los más desconfiados del mundo con sus gobernantes en la crisis del coronavirus.

Por todo ello, siego pensando que las conversaciones que quiere iniciar Sánchez son bombas de humo, son negociaciones tramposas que sólo persiguen la mutualización de responsabilidades de la crisis del coronavirus entre todas las formaciones políticas y la normalización de la anormal situación del país. Los españoles quieren regresar progresivamente a sus vidas y les gustaría que hubiera acuerdos entre las formaciones políticas. Pero es muy difícil pactar con quien tiene una enorme responsabilidad en habernos traído hasta aquí y quiere persuadirnos de que todo va a cambiar, para realmente luego no cambiar nada.

Lo último en Opinión

Últimas noticias