Para Hacienda es más sospechoso quien vende una mesa de IKEA que Santos Cerdán
La voracidad fiscal de Hacienda no tiene límites y está exigiendo a empresas como Ikea que presenten anualmente una declaración de ingresos y deducciones a las autoridades fiscales de todas las personas «que hayan realizado treinta o más transacciones, o que hayan realizado ventas por un valor anual superior a 2.000 euros en el mercado de segunda mano». De modo que la compañía advertirá a los clientes que publiquen sus anuncios que han superado el «trigésimo producto» o superado los mencionados 2.000 euros de ingresos, según consta en los nuevos términos y condiciones de la compañía, que acaba de actualizarlos para poder traspasar los datos de los clientes españoles a su holding, tal y como adelantó OKDIARIO.
Dicho de otro modo: la plataforma de compraventa de segunda mano de sus productos estará bajo la lupa permanente del fisco, que obliga a las empresas a «delatar» a los clientes cuando sobrepasen los límites fijados por la Agencia Tributaria, algo que también afecta a otras empresas con sus plataformas de compraventa.
Si el usuario que ha sobrepasado esas ganancias o límites no responde al requerimiento de la entidad, se «suspenderá temporalmente» su cuenta en la plataforma de segunda mano hasta que haya «proporcionado la información solicitada».
En definitiva, lo que hace Hacienda es obligar a las compañías de compraventa de productos de segunda mano a que hagan labores de inspección fiscal, una suerte de Policía encubierta. Mejor sería que Hacienda pusiera sus ojos en quienes tienen muy larga la mano para robar el dinero de todos en lugar de amenazar a quienes compran y venden en los mercados on-line de segunda mano. Porque, por poner un ejemplo, Cerdán y Paqui se lo llevaron crudo en mordidas sin que el fisco moviera una ceja. Ahora resulta que los potenciales defraudadores son los que compran o venden una estantería usada y no la pandilla de golfos que se han llevado millones a manos llenas.