La gran hipocresía

La gran hipocresía

Tiene razón el preso Bárcenas. Solo ahora, que se sepa, los partidos se están financiado legalmente. Puedo aportar tres testimonios. El primero es del propio Bárcenas. Hace algunos años en casa de un conocido común, me contó: “Los empresarios han sido siempre los grandes engrasadores de Alianza Popular, primero, y del PP después. La fórmula (en la que yo participé) era ésta: “Quien podía, o sea la CEOE, giraba cuotas patronales extraordinarias a las grandes empresas, las cuotas llegaban a la casa y el jefe de los empresarios actuaba como “caja de compensación” y, a voluntad, enviaba los dineros recaudados al partido. Como resultaba que quien se comportaba como tal “caja de compensación” no tenía que sufrir inspección alguna, el resultado es que por un lado entraba dinero blanco y por otro salía dinero negro”.

Esto es lo que contaba Bárcenas. El constituyente Roca, tantos años responsable máximo de Convergencia, utilizaba para su caja de partido otro modelo. Decía: “Todo el mundo se cree que a nosotros nos  financian las grandes empresas, pues no: nos ayudan primordialmente los “botiguers”, los tenderos de alta, media o baja condición. Ellos nos pagan una contribución incluso mensual y nosotros nos ocupamos de no hacer ley alguna que les pueda perjudicar”.

Tercer testimonio. Hubo un tesorero del PSOE, médico de profesión, que cuando estalló el gran escándalo de los dineros negros del partido, pagó justo por todos los pecadores, y se dolía así: “Algún día voy a hacer como Mitterrand: “Voy a coger el micrófono en una fiesta electoral de esas en las que incluso se come jamón del bueno, y voy a decir a los militantes que ahora se quejan: “¿Vosotros creéis que esta fiesta la estáis pagando vosotros?, Venga, anda, ya sabéis que la paga esos bancos a los que ponemos  escurrir””.

Antes el PSOE no perdió por la corrupción; ahora el PP es muy probable que sí. ¿Por qué diferente tabla de medir? Fácil: porque entonces la izquierda creía que sus pecados eran necesarios para vengarse de lo mucho (es un decir) que habían sufrido con Franco. La derecha sin embargo no tolera que los suyos se enriquezcan, tampoco quiere saber cómo se pagan sus mítines. Enorme hipocresía. Un testimonio final: al principio de los 90, un enorme periodista radiofónico, Alejo García, aquel que “legalizó” el Partido Comunista en Radio Nacional, me llevó a comer un “pescaito” en el malagueño Alhaurín el Grande con el pagador y engrasador de Santiago Carrillo, Teodulfo Lagunero. Este dijo como de rondón: “A mí me disculpan que un millonario como yo le entregue millones a Santiago; si estuviera pagando a la derecha me llevarían al cadalso”.

Esta es la tónica. Gran hipocresía. Aún está vigente.

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