Gaza, Ucrania, y La Mareta con Zapatero e Illa

La situación política internacional mantiene el foco informativo centrado en Oriente Próximo con la situación en la Franja de Gaza, y en Europa con la situación en Ucrania. En España, en los incendios y en la blindada Mareta. En lo internacional la causa de esa atención radica en los conflictos bélicos que protagonizan Netanyahu y Vladimir Putin respectivamente. En cuanto a Gaza, -tanto política como informativamente-, ya se han gastado los calificativos para definir la actuación que el gobierno israelí está llevando a cabo, y que oscilan entre el genocidio y la hambruna, sin olvidar el considerarla como una «limpieza étnica».
Tratándose de Israel el considerado como agresor y destinatario de tales acusaciones, que en el caso de «genocidio y limpieza étnica» tiene una reconocida experiencia como víctima en carne propia, es preciso un análisis más riguroso de la situación realmente existente. En primer lugar, es preciso dejar claro que la actual situación la desencadenó Hamás mediante un brutal ataque – no «sólo» un atentado- terrorista el 7 de octubre de 2023, que ocasionó la muerte de más de 1.200 víctimas civiles y el secuestro como rehenes de más de 250 de ellos. Y que Hamas además de ser una organización terrorista, desde 2007 ostentaba el poder político en el territorio de la Franja de Gaza como su virtual gobierno. Y que ese ataque fue contra una concentración de jóvenes asistentes a un macro concierto musical, por tanto sin ninguna connotación ni militar ni política.
Asimismo es importante tener presente que el objetivo fundamental de la organización radical yihadista y reiteradamente expuesto hasta hoy mismo, es el de «acabar con el Estado de Israel» y «echar a los judíos al mar». Por su parte, Netanyahu ha manifestado desde el primer momento su decidida voluntad de acabar con Hamás y que por supuesto no vuelva a ostentar ni poder político ni presencia alguna en Gaza. Para ello pretende ocupar los 365 Km2 de superficie de la Franja, de 40 km de largo por unos 10 km de ancho, donde malviven unos 2’3 millones de gazaties palestinos, con una muy elevada densidad de población.
Ahora ha comenzado la operación militar destinada a ocupar la ciudad de Gaza, que ha desencadenado esa ola de condenas contra él. Las imágenes de televisión con edificios destruidos por los bombardeos israelíes y la restricción de alimentos a la población civil copan los informativos sin excepción. Y no se oye ninguna crítica pública a Hamás que todavía mantiene rehenes secuestrados desde hace casi dos años y se niega a entregarlos. Como ejemplo del ambiente existente en la UE, el gobierno neerlandés se encuentra inmerso en una parálisis total a la espera de elecciones en octubre tras dimitir cuatro ministros y otros tantos secretarios de Estado, por discrepancias al no adoptar medidas de condena a Israel por su política.
El otro foco internacional informativo es Ucrania y tras la cumbre de Alaska con Trump y Putin y su continuación en el despacho oval de La Casa Blanca, lo único claro es la carencia absoluta de influencia política por parte de la UE en el escenario internacional. Incluso ante una guerra en su frontera oriental. Por cierto, a esa «cumbre» España ni siquiera fue invitada, cuando sí estuvieron Alemania, Francia e Italia, además del Reino Unido, (y ello pese al Brexit). Es una prueba más del daño reputacional provocado por un presidente como Sánchez, que está marginado de la escena internacional con su imagen arrastrada por los casos de corrupción que le rodean, y con el único Frente Popular gobernando en la UE.
Recordemos que el Parlamento Europeo condenó al nazismo y el comunismo, como las dos ideologías totalitarias causantes de las mayores tragedias humanas en el siglo XX en Europa. Y que Sánchez «gobierna» con los comunistas, y es aliado de los gobiernos radicales de izquierda que integran el Grupo de Puebla en Iberoamérica. Por su parte Macron saca pecho, y quiere salvar militarmente a Zelensky, y el vicepresidente italiano Salvini le ridiculiza invitándole a que vaya él con el «casco puesto» a combatir a Ucrania si quiere, creando una crisis diplomática entre Francia e Italia. Mientras, aquí el inquilino estival de La Mareta con Zapatero e Illa, quiere un «pacto de Estado climático» para combatir los incendios.
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